Partidarios de una variante que apostaba más por la oscuridad y densidad tanto en la música como en las letras, Extrema Cordialidad Homicida constituyen uno de los grupos más interesantes y enigmáticos dentro de la escena punk que se desarrolló en los 80 en Valencia. Alejados de los ejercicios de revisionismo guitarrero de los 70 más habituales en el momento, es probable que hubieran logrado una mayor repercusión posterior de haber editado algún single o haber caído en la órbita de alguno de los sellos que operaban por entonces desde Madrid.
El germen sobre el que se sentaron las bases de Extrema Cordialidad Homicida lo constituían Bernardo J. Cordellat -“Bueno”- (voz) y Andrés Carretero -“Billy”- (bajo). Ambos habían formado parte de Juguetes de Precisión y terminaron por asociarse con Antonio Tarín (guitarra), recién llegado de nuevo a Valencia después de haber vivido unos dos años y medio en San Sebastián, donde había sido bajista de La Banda sin Futuro. “Al poco tiempo cambiarían su nombre por Derribos Arias, desplazándose de Donosti a Madrid. Intentaron convencerme de que fuera con ellos a Madrid, pero mi trabajo lo tenía aquí en Valencia”, cuenta el músico de sus excompañeros vascos Ignacio Gasca Poch y Alejo Alberdi.
La primera vez que tendría ocasión Antonio de ver a Bernardo y Andrés fue precisamente en una entrevista abierta al público celebrada en el Nuevo Café Concierto de la capital levantina, donde la pareja de amigos mencionó el nombre de su nuevo proyecto en una intervención dirigiéndose a los miembros de Derribos Arias. Aunque no tendría ocasión de hablar entonces con la pareja de amigos, Antonio termina presentándose a ellos más tarde cuando se ofrece como el guitarrista que andan buscando para Extremada Cordialidad Homicida. “Me presenté y me dieron una cinta con canciones con una guitarra española. La verdad es que la primera vez que la oí me pareció música de cuando iba a los curas, pero en la segunda audición vi que había algo interesante en todo ello, las letras, la música, la imagen… todo tenía un sentido”. Así que, a pesar de que notaba que faltaba todavía dar forma a todo aquello musicalmente, las ganas de volver a tocar en un grupo después de un año de su regreso de El País Vasco, le convencen para unirse a la banda.
En aquellos primeros instantes el batería era Víctor Royo “Acnex” (Interterror, La Resistencia) y disponían de medios más bien limitados: Antonio aportaba amplificador, guitarra y micro; Andrés un bajo y Bernardo una guitarra. Ensayaban en los locales de Campanar, auténtico lugar de encuentro de punks que ocupaban las aceras de las cinco casas viejas en las que se emplazaba su campamento base, bebiendo cervezas y “fumando de todo”.
Algo más tarde terminarían desplazándose al barrio de Consumos logrando además estabilizar a un batería para la formación: Salvi -“El Fleki”-. De igual forma se produce la incorporación de José Muriel a los teclados.
De esta guisa graban en Microestudios en 1984 una maqueta con los temas “Vital final”, “Yo Judas y payaso”, “El espectador” y “Ensayo de un crimen”.
Extrema Cordialidad Homicida perfilan un sonido oscuro, denso e intimista, emparentable quizás al que desde Madrid definieran Alphaville o Décima Víctima, en Cataluña Claustrofobia y en Euskadi los Jugos de Otros de Josetxo Anitua. Su estética además se ajusta perfectamente de manera rigurosa al carácter de música y letras, ya que lo habitual en sus actuaciones era verlos con pantalones negros de tergal, camisas negras abotonadas hasta el cuello y zapatos negros. “Éramos como seminaristas de una orden religiosa un tanto extraña”, explica Antonio.
Sus seguidores adoptaron igualmente una apariencia similar y, a pesar de las dificultades para encontrar salas con la ambientación idónea para la propuesta del grupo, consiguieron consolidar un directo a base de una rutina con mucho de ceremonia iniciática. “Empezábamos con el tema de Carl Off, ‘Carmina Burana’ y abríamos el concierto con ‘Yo Judas y payaso’. En nuestros conciertos la gente se quedaba paralizada”.
Lisandro Giordani pasaría a encargarse de las baquetas en sustitución de Salvi y con esta nueva formación grabarían una segunda maqueta en los mismos estudios, que pusieron a la venta con el nombre de “El Espectador”. Los temas incluidos en la nuevo demo eran “Himnos obscenos”, “Comité Torquemada”, “El arte de la blasfemia”, “Métodos de silencio y pureza”, “La investidura del vagabundo” y “Años de celo”.
La programación de las actuaciones de Extrema Cordialidad Homicida con bandas en sus antípodas musicales ocasionó alguna que otra situación tensa, como cuando en las fiestas de una localidad de la provincia compartieron cartel con dos bandas de heavy-metal. El medio millar de seguidores de estos grupos manifestaron casi desde el principio, con los primeros acordes del correspondiente “Carmina Burana”, que la música de aquellos tipos vestidos de camisa negra no era para nada de su agrado. “Empezaron tirándonos piedrecitas, pero seguíamos como si nada, hasta que a uno se le ocurrió la brillante idea de subir al escenario. Entonces El Bueno sacó una pistola de aire comprimido y bolas de plomo y se la puso en la cabeza del maletilla. Apretó el gatillo aunque por suerte tenía puesto el seguro. Abajo se hizo un círculo y la gente se fue hacia atrás. No paramos de tocar aunque eso sí, golpeando los amplis con los instrumentos sein dejar el ritmo, jugando con los acoples. Casi destrozamos el equipo del escenario a lo Who”. La actuación terminaría con la policía indagando para encontrar a los responsables últimos de la contratación de la banda y el completo estupor tanto de técnicos de sonido como de la comisión de festejos. “Total que cuando acabamos salimos por patas”, concluye Antonio.
El repertorio del grupo se componía en un principio, a partir de los temas que tenían preparados de tiempo atrás Andrés y Bernardo, con algún que otro arreglo de Antonio, pero más adelante la composición pasó a ser el resultado del trabajo conjunto de este último con Andrés. El guitarrista recuerda el alto grado de entendimiento que llegaron a tener ambos: “Llegábamos a experimentar con nuestra música grabando a pletina noches enteras bajo los efectos de alguna sustancia que otra en las que nos acompañaba nuestro pianista incondicional Pepe Muriel, hasta acabar tirados en la playa contemplando el amanecer”.
En caso de querer buscar alguna referencia como influencia en el sonido de Extrema Cordialidad Homicida, se nos recomienda buscar en los discos de Buzzcocks, Mgazine, Killing Joke, Bauhaus, Television, Iggy Pop, King Crimson…
El grupo se termina disolviendo en 1985 (“Nos fuimos dejando poco a poco, no hubo una ruptura como tal”), dando paso a otros proyectos como Amor Sucio, en el que participan Antonio y Pepe; Mala Sangre y La Mano Izquierda en las que militó Andrés o Crénom y Paracuellos Bar en el caso de Bernardo.
Aún se conservan videos con la actuación de la banda en la sala Planta Baja, que dan buena muestra del carácter iniciático, denso y dominado por un aparente caos sónico desintegrador. Una propuesta que logró el reconocimiento y reseña desde medios internacionales, con la inclusión de temas como “Años de celo” en la cinta recopilatoria alemana “Poltergeist III” (Dill Productions, 1985). De igual forma, “Vital final” se recuperaría mucho tiempo después para el trabajo preparado por el sello Triquinoise “Déficit” (Triquinoise, 1993) en el que se emparejaba a Extrema Cordialidad Homicida con Corcobado, Malcom ScarpaAñade este contenido, Pachuco Cadáver, Ebria Danza, Carmina Burana o los mismos Amor Sucio entre otros.
Más recientemente, se les incluyó en el recopilatorio de bandas valencianas «La Mugre y el Turia» (VómitoPunkRock, 2016) en el que aparecían también Generación 77, Áridos y Crenom.
Comentarios