Las hermanas Cristina y Amparo Llanos trabajaban en la boutique de su madre en Majadahonda, y su tiempo libre lo dedicaban a tocar y componer canciones inspiradas por sus bandas favoritas: Nirvana, The Beatles, Come…
Con el espíritu musical del grunge en sus cabezas, forman Dover a principios de los años 90, tomando el nombre de una de las marcas que vendían en la tienda. Reclutan a Álvaro Gómez al bajo y a Jesús Antúnez a la batería y graban su primera maqueta en 1994, que será el germen para su debut, «Sister» (Everlasting-Caroline, 1995), que pasa relativamente desapercibido, a pesar de vender las setecientas copias que se distribuyeron. Ese mismo año actúan en la segunda edición del FIB, en un cartel en el que no encajan demasiado. El disco llega a las manos de Carlos Galán, de Subterfuge, que no duda en ficharlas para su sello una vez comprobada la eficacia de su estilo en el recopilatorio «Stereoparty 2» (Subterfuge, 1996)
Tras una grabación a la carrera de apenas veinte días y una inversión mínima, Dover consiguen optimizar tiempo y dinero y se sacan de la manga un álbum redondo, «Devil Came to Me» (Subterfuge, 1997) que supondrá su confirmación definitiva. Subterfuge decidió apostar fuerte por ellos y ganó: el álbum vendió alrededor de 800.000 copias, cifras astronómicas en España para un grupo que, además de pertenecer a una compañía independiente sin demasiados medios, tenía el estigma de cantar en inglés. Mucha parte del éxito la tuvo su primer sencillo, «Serenade«, un tema muy del gusto de la época, que acabó por ser radiada y televisada hasta la saciedad, amén de la elección de su tema «Devil came to me» para una campaña publicitaria de una marca de refrescos y la inclusión de varias de las canciones del álbum en la banda sonora de «A Ciegas» (Daniel Calparsoro, 1997).
Su irrupción en el panorama mainstream les lleva a recorrerse todo el país de gira y triunfar en grandes festivales, como Festimad, donde abarrotan el escenario grande en 1997. Tras una serie de tiras y aflojas con Subterfuge, deciden estudiar las diferentes ofertas que su popularidad les propone y se decantan por Chrysalis, que será absorbida por EMI un tiempo más tarde, y donde desarrollan el resto de su carrera. Además, Álvaro es expulsado del grupo y reemplazado por Álvaro Díez, que se mantendría durante los siguientes cuatro discos.
Puntuales como relojes, dos años más tarde de su gran éxito publican «Late at Night» (Chrysalis, 1999), rodeados esta vez de una gran campaña de promoción y un presupuesto más elevado que les permitió irse hasta su tierra prometida particular, la ciudad norteamericana de Seattle, cuna del grunge. El disco confirma el gran éxito comercial del grupo, con números uno, más campañas publicitarias, premios y una gira que logra traspasar las fronteras españolas y se extiende por Europa y Norteamérica.
Por entonces, el grupo ya había hecho realidad otro de sus sueños, crear una discográfica propia donde poder editar las referencias de grupos más pequeños, aprovechando su propia influencia y poder en la industria. Bautizado como una de sus canciones más célebres, Loli Jackson, el sello llega a publicar un par de referencias pero acaba por desaparecer, principalmente por la poca repercusión que alcanzan las bandas elegidas. Además, 2001 se cierra como uno de sus mejores años, pues consiguen hacer justicia con su primer álbum, que es reeditado por su nueva casa discográfica con la novedad de incluir la única canción cantada en castellano por Dover hasta la fecha, una versión de «Noche tras noche» de Solera.
A pesar de no ser un grupo al que se le conozcan demasiados problemas internos (más allá del trasiego de bajistas), su siguiente álbum viene marcado por el duro trance que supone su grabación, otra vez en Estados Unidos, cambiando Seattle por Los Angeles. Anunciado desde el título, «I Was Dead for 7 Weeks in the City of Angels» (Chrysalis, 2001) es un disco parido desde los malentendidos con su productor y una gripe de Cristina que se extendió durante prácticamente toda la grabación. Sin embargo, el resultado es más que aceptable y las ventas siguen sin defraudar. De hecho, consiguen colocar 125.000 copias en los primeros diez días tras su publicación.
Se suceden las giras y la promoción sin grandes sobresaltos, y al año siguiente sale a la venta «It’s Good to Be Me» (Chrysalis, 2002), un disco con cortes en directo y acústicos que da buena cuenta del potente directo del grupo. En esos años, no obstante, la industria discográfica comienza a dar signos de debilidad y EMI se ve forzada a absorber a su filial Chrysalis, y con ella todo su catálogo, incluyendo a la banda madrileña.
Ajenos a los movimientos económicos, Dover continúan con su trabajo y entregan «The Flame» (EMI, 2003), su quinto disco, el primero grabado en España desde 1997, con el que abrazan el pop, aunque no consiguen evitar que su fórmula empiece a hacer mella en el público y se convierte en el primer «fracaso» a nivel comercial, a pesar de conseguir el disco de oro sin problemas. Realizan la pertinente gira, actúan en Alemania y desaparecen durante un tiempo. Álvaro Díez es expulsado del grupo en 2005 y para ocupar su lugar las hermanas Llanos recuperan a Samuel Titos, bajista de una de las formaciones de su extinto sello Loli Jackson llamada Sperm.
Encontrar una explicación a lo que viene después no tiene mucho sentido: puede ser la toma de conciencia de lo repetitivo de su fórmula, la presión por las bajas ventas, o el comienzo de su relación profesional con Mario Vaquerizo, al que contratan como representante… Quién sabe. Dover se encierran durante muchos meses a componer lo que será su sexto álbum y deciden empezar a experimentar de manera algo amateur con la electrónica. Una vez decididos, llaman al productor David Alcover, artífice del sonido de «Devil Came to Me», y registran su álbum más sorprendente y quizá polémico, «Follow the City Lights» (EMI, 2006), en el que abandonan el rock de guitarras por un pop electrónico de masas. El giro radical no solo es musical: las hermanas Llanos renuevan su imagen al más puro estilo celebrity internacional, aparecen en programas de TV como Operación Triunfo y cambian los directos punk por una pantagruélica gira patrocinada por un banco acompañados de grupos tan alejados del espíritu de Dover como La Oreja de Van Gogh o Coti. Polémicas aparte, la jugadas no les sale del todo mal, y «Follow the City Lights» vende 100.000 copias más que «The Flame», una hazaña admirable teniendo en cuenta cuando fue publicado uno y otro.
Sus apariciones en fiestas y saraos son cada vez más frecuentes y el cambio de actitud y estilo queda certificado definitivamente un año más tarde, con el recopilatorio «2» (EMI, 2007), en el que presentan una canción inédita y reinterpretan algunos de sus temas más conocidos en clave electrónica.
En 2010 la banda entra a grabar la continuación de «Follow the City Lights», pero no dan demasiadas pistas de por donde irán los derroteros; tan solo afirman que les gustaría homenajear a artistas que les gustan, como Michael Jackson o Lady Gaga. Tras la presentación del sencillo «Dannaya«, en septiembre publican «I Ka Kené» (Sony, 2010), que supone, según la banda, un acercamineto al africanismo, pero que se queda en casi nada.
Cinco años después vuelven al rock con «Complications» (Octubre / Sony, 2015). En noviembre de 2016 se anuncia la disolución de la banda.
Comentarios