Delfí Abella i Gibert nace en Barcelona el 2 de febrero de 1925. Cursa estudios de medicina y se especializa en psiquiatría, campo en el que, años más tarde, será un verdadero referente. En el año 1952 entra como médico en el Instituto Mental de la Santa Cruz de Barcelona, del que será nombrado director en 1972. En 1958 empieza a escribir libros y textos relacionados con su profesión como «Tòtems Actuals i Altres Assaigs» (Moll, 1960) o «L’Orientació Antropològica Existencial de la Psiquiatria» (Estudis Catalans, 1962) ganando el premio de psiquiatría Martí y Julià convocado por el Institut d’Estudi Catalans el año 1960.
Abella, antes de su incorporación al colectivo de Els Setze Jutges, ya había realizado alguna incursión en el mundo musical formando parte de diversos conjuntos universitarios de jazz de los cuales aprendió a tocar la guitarra y el piano, además de algunas nociones de solfeo. El último grupo en el que actuó fue en Delirio Campestre donde tocaba con Llorens Torras, Jordi Pérez Vallmajó, Jerry de Larrocha y Pérez y Quesada. Después de la universidad lo dejo de lado hasta que se enteró que había un grupo que intentaba renovar la canción catalana.
De este modo asiste en diciembre de 1961 a la actuación de Josep Maria Espinàs, Miquel Porter y Lluís Serrahima en el Centre d’Influència Catòlica Femenina (CICF) actuando bajo la denominación de La Poesia de la Nova Cançó. Le causa una gran impresión, tanto que decide unirse al colectivo. «Asistí a la sesión del CICF y siempre salvando las diferencias, me sentí iluminado. No conocía ni a Miquel, ni a Serrahima, ni a Remei. Del único que había oído hablar era de Espinàs, y me extraño conocerlo en esta nueva faceta. Inmediatamente, decidí incorporarme al grupo. Compuse cuatro canciones y llamé a Lluís Serrahima. Me convocó porque, al domingo siguiente, fui a tomar un café con él, a su casa. Me despidió con estas palabras: ‘El sábado, en Mataró'». De este modo contaba Delfí como fue su ingreso en el colectivo. Su debut en directo se produce el 17 de febrero de 1962 en El Racó de Mataró en una sesión organizada por Lluís Terricabres.
Después de su presentación en Mataró vinieron muchas más actuaciones ya que Delfí no pararía de cantar hasta la disolución definitiva del colectivo que conllevaría su retirada definitiva de los escenarios. Su último concierto documentado fue el 19 de octubre de 1968 en el casino Club de Ritme en Granollers en un homenaje a Pompeu Fabra, considerada, además, esta actuación como el final oficioso de Els Setze Jutges.
Dentro del colectivo es conocido como «L’avi» –el abuelo en castellano, por ser el juez de mayor edad– y en sus memorias contaba de esa época: «Els grans corregíem les lletres dels altres, els dàvem consells, l’ambient era alegre, eufòric, formidable«. Aparte de este ejercicio de edición de textos, Abella también se dedica a traducir y adaptar temas, sobre todo, de la chanson francesa como «Pourquoi ces canons» de Anoine para Maria Amèlia Pedrerol, «L’aigle noir» de Barbara para la mallorquina Maria del Mar Bonet, y «Fille d’aujourd’hui» de Guy Bèart o «Les cathédrales» de Anne Sylvestre para Guillermina Motta entre otras. Aunque la mayoría de sus adaptaciones permanecieron inéditas siendo recogidas posteriormente en el volumen «Poesia Francesa Contemporània» (Edicions 62, 1987).
En 1962 graba su EP de debut «Canta les Seves Cançons» (Edigsa, 1962). En él Delfí se presenta sólo con su guitarra, sin artificios ni arreglos de ningún tipo. Sus conocimientos del instrumento y, sobre todo, de su afilado lápiz que convirtió a este psiquiatra en la ironía de la nova cançó. Al año siguiente graba su segunda referencia, el EP «Cançó del Turista» (Edigsa, 1963) que cuenta como grupo de acompañamiento con Manuel Cubedo a la guitarra solista –también se encargaría de los arreglos-, J. Morell al contrabajo, y A. Ventas a la guitarra rítmica.
En 1965 graba su tercer y último disco el EP «Barbaritats d’Avui / El Golafre / Les Formigues / El Viu» (Edigsa, 1965). En él Delfí mezcla los temas satíricos de sus anteriores trabajos con otros más cercanos a la cotidianeidad y aspectos de la propia existencia.
A mediados de los 60 se plantea, por una parte de los jueces, una cierta profesionalización del colectivo. Delfí, junto a Miquel Porter, Xavier Elies o Martí Llauradó, son más partidarios de mantener el espíritu amateur inicial. Esto choca frontalmente con la otra parte ya que veían muchas posibilidades de futuro en el mundo de la canción y no les gustaba mantener el número equitativo de directos o el espíritu gratuito de los mismos. Todo esto se produce al mismo tiempo que la dimisión de Josep Porter como manager del colectivo, lo cual lleva a un período de incertidumbre que se acabará nombrando al tío de Maria Amelia Pedrerol, Carles Pedrerol i Tolosa, como nuevo manager. Esto trajo una mayor apertura del colectivo y empezaron a actuar junto a otros cantantes ajenos a la nova cançó y en festivales. Delfí escribió una carta dirigida a los jueces titulada «Manifestet» en julio de 1965: «El grupo se ha diluido excesivamente en el contacto con los otros géneros. Demasiada cooperación con otros cantantes y demasiado poco trabajo exclusivo. No tenemos que negar esta cooperación, naturalmente. Pero hay que dosificarla. Els Setze Jutges tendrían que actuar solos el 70% de las veces y con otros un 30%. Las cifras, naturalmente, son arbitrarias, pero sirven para remarcar que hasta ahora la cosa se ha hecho, generalmente, al revés que esta proporción»
Tras la disolución de Els Setze Jutges abandona la música sobre los escenarios, ya que debajo de ellos ejercitará, durante un tiempo, como crítico musical para la revista Destino. Delfí muere el 1 de febrero de 2007 no pudiendo recoger la medalla de honor, en la categoría de oro, que otorgó el Parlament de Catalunya a todos los miembros de Els Setze Jutges y a Lluís Serrahima, su impulsor.
Josep Maria Espinàs escribió sobre él en El Periódico: “Delfí Abella era psiquiatra. Pienso que a algunos parientes o colegas no les parecería demasiado ‘conveniente’ que un psiquiatra saliera a cantar con una guitarra en los brazos. Yo, al contrario, creo que con esas canciones, esa naturalidad, sin ningún vedetismo y con humor, el profesional de la psiquiatría demostraba su salud mental y su calidad humana. Fue un excelente compañero de entusiasmos en tiempos difíciles. Descansa, amigo, en la paz de la música.”
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