Belén Estrada ha sido habitual de las producciones del sello madrileño Siesta desde que contaba con 16 años, como parte a la voz y a los coros de varios de los famosos grupos fantasmas de la discográfica. Lo hizo durante mucho tiempo bajo el nombre de Ondina, pero en 2005, Mateo Guiscafré, capo de Siesta, parece darle mayor protagonismo.
En principio es una de las cuatro elegidas para ser parte de otro de esos grupos fantasma, a la postre uno de los más exitosos que ha tenido el sello, al menos en lo referente al mercado nacional. Hablamos de Las Escarlatinas. En ese disco Belén demuestra que tiene una voz prodigiosa y destaca sobre el resto de sus tres compañeras. Su experiencia dentro del estudio es notoria, no en vano se cuenta que en la discográfica se recibían cartas y e-mails desde muchas partes del globo preguntando por Ondina, e incluso el legendario John Peel programó con insistencia algunos de los temas en los que su voz era protagonista.
Pero con apenas veinte años, el 2005 parece ser su año, y a finales del mismo Siesta edita su disco de debut en solitario, «Espejos» (Siesta, 2005), una colección de doce canciones compuestas por habituales a sueldo del sello (López de Haro, Alberto Matesanz…) en la que el universo del twee y del soft-pop más ensoñador se dan la mano en esta Cecilia del siglo XXI.
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