El tiempo ha convertido a los gerundenses Atila en un verdadero grupo de culto para los amantes del rock progresivo y sinfónico. El atrevimiento conceptual de los tres LP que dejaron tras de sí y los recuerdos de su potente sonido que todavía perviven en el cerebro de los viejos aficionados hacen de ellos una de las más interesantes bandas de la década de los 70.
La fundación del grupo se remonta a 1973 y sus inicios se basan en la psicodelia y el rock sinfónico de bandas como Emerson, Lake & Palmer. Su primera configuración es como trío con Eduardo Álvarez Niebla (guitarra), Francisco Ortega (teclados) y Joan Punyet (batería). Es decir, un grupo sin bajista, lo cual era todo un riesgo. Precisamente de estos años iniciales data la foto que ilustra esta reseña biográfica.
Tras ensayar mucho y actuar poco y siempre dentro de Cataluña, el grupo decide en 1975 que ya es hora de grabar su primer disco. Como su rollo no conseguía interesar demasiado a los sellos comerciales, autoproducen una grabación en falso directo en los estudios Gema 2, de Barcelona. Eso del falso directo consistía en grabar en estudio de un tirón, aunque a veces se introducían paradas y repeticiones, un concierto con unos pocos amigos metiendo jaleo y aplaudiendo para dar credibilidad al asunto. El resultado es “The Beginning of The End” (New Promoción, 1975) del que se prensaron mil copias. Un solo tema en forma de suite de 29’48» segundos de duración que toma como punto de partida la «Toccata y Fuga en Re m.» de J.S. Bach. Sinfonismo y hard rock a partes iguales para un extraño disco que es considerado como una de las cimas del progresivo español, aunque como todo disco mito se tiende a la sobrevaloración. Preponderancia de teclados (mellotrón, moog, piano eléctrico) y un extenso solo de batería son los puntos más llamativos del trabajo, que intenta homologar al trío gerundense a grupos como los ya citados EL&P.
Ese primer LP va a servir para poner a Atila en los principales festivales del progresismo español. Pero antes va a reajustar sus componentes, entrando por fin un bajista, Miguel Ángel Blasco, y sustituyendo al teclas por Benet Nogué. Con esta formación renovada participan en 1976 en el Festival de León, en la segunda edición de Canet Rock y en un macroconcierto de nueve horas de duraciónn que se celebra en la plaza de todos de Vista Alegre, en Madrid, que reúne a Patti Smith, John Cale, Pau Riba, Tilburi, Eduardo Bort, Granada y Atila. Este festival supone la presentación de Atila en Madrid, donde volverá poco después para actuar en el templo del rock progresivo, la discoteca M&M, justo a la salida del metro de Diego de León.
Aquel mismo 1976 el grupo va a grabar su segundo álbum en el sello BASF, un sello avalado por la famosa marca de cintas y cassettes que durante un tiempo tuvo una división discográfica. “Intención” (BASF, 1976) es seguramente el mejor disco de esta formación y supone un alejamiento del rock sinfónico para zambullirse en las ondas del hard rock con grupos como Black Sabath en el horizonte.
Tras este segundo disco, Atila hace las maletas y realiza una gira por Francia y otros países, actuando en los más prestigiosos festivales europeos de la especialidad y alternando con agrupaciones como Can y otras grandes bandas europeas.
Se produce en 1977 un nuevo cambio en la formación. Miguel Ángel deja el grupo para ser sustituido por un músico de amplio recorrido; Jean Pierre Gómez, que previamente había pasado por Los No, Gente Feliz, La Mosca y Canarios. Este Jean Pierre es un muy buen guitarrista que en esta ocasión va a ocuparse del bajo.
Cuando regresan a España, Atila trae ya cartel de grupo grande y EMI Odeón les va a firmar un contrato para hacer un tercer LP con mejor producción y mayor presupuesto. Nace “Reviure” (Odeón, 1978). Su disco sigue siendo, como los anteriores, eminentemente instrumental. No obstante, se incluyen pasajes cantados a cargo de Benet Nogué con proclamas militantes en el movimiento nacionalista catalán.
Este tercer LP no consigue sus objetivos e injustamente es vapuleado por la crítica especializada. La fría acogida de su única grabación hecha con buenos medios técnicos desanima un tanto al grupo. Aquel verano hace una gira por todo el país mano a mano con Iceberg.
La mili de Eduardo Niebla va a desencadenar el final del grupo. Ya en los primeros 80 este músico se establecerá en Inglaterra, donde desarrollará una amplia carrera musical en cine y televisión. Benet y Blasco capitanearían el grupo Acra y Joan Punyet se dedicará a ejercer su magisterio como batería en el Taller de Músicos de Barcelona.
Atila ha sido sin duda uno de los grandes nombres del rock progresivo de nuestro país con una clara proyección europea, especialmente en Francia donde actuó a menudo. Virtuosos en sus instrumentos y radicales en sus planteamientos musicales, su honestidad y su calidad profesional está fuera de toda duda. Su legado ha sido recuperado en la década de los 90 por el sello Lost Vinyl que ha reeditado toda su obra.
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