Aquí tenemos una de esas bandas recónditas en lo geográfico y en lo musical. Asturcón se funda en Gijón a finales de 1978, liderado por Víctor -Viti- Carrizo, un multinstrumentista que lo mismo cantaba que le pegaba a la batería, a la flauta, al saxo, a la gaita y a todo lo que hiciera falta. Un músico idealista que, amamantado en las ubres del rock progresivo y el rock sinfónico, pretendía hacer una música netamente asturiana. Debutan el 14 de agosto de 1978 en Gijón en el marco de un festival cuya estrella era Joan Manuel Serrat.
En 1979 participan en los principales festivales celebrados en el Principado, destacando el celebrado en La Felguera, junto a Azahar, Coz, Asfalto, Bloque y otros. Tras cambios continuos en la formación, ésta se estabiliza. Junto a Viti, aparecen José Carlos –Mingla– a los teclados, Paulino Solana en la guitarra y Juan Carlos Martínez al bajo. En 1981, Viti abandonará la batería, que pasará a manos de Tomás Asueta.
Tras actuaciones en su tierra, logran por fin en 1980 entrar en un estudio de grabación, concretamente el estudio que poseía Tony Martínez, ex guitarrista de Los Bravos, en Madrid. Allí van a registrar entre el 22 y el 24 de septiembre su LP “Asturcón” (Dial, 1981). Las características fundamentales de este trabajo son el cantar en bable, el uso de la gaita en varios temas y la recreación de atmósferas folclóricas, apoyándose en melodías asturianas. No son los primeros en usar la gaita y buscar premeditadamente raíces similares, ya lo habían hecho tímidamente Los Archiduques en algunas de sus canciones una docena de años antes. Pero por primera vez el idioma autóctono astur se convertía en idioma del rock.
En cuanto a su estilo, convive un cierto maridaje entre los devaneos sinfónicos muy vinculados a los instrumentos de viento, progresivos en los punteos de guitarra y sección rítmica y finalmente los apuntes folk que le confieren una nota distintiva respecto a otros grupos que en la década anterior habían desarrollado músicas similares. Un folk progresivo que otras formaciones de marcado acento regionalista, como Itoiz, también practicaron, sin lograr trascender ninguno las fronteras del terruño.
Aparte de la edición en un sello de muy escaso calado, el problema de Asturcón es que estaba adoptando premisas estilísticas que ya habían quedado fuera de tiempo años antes y que, cuando ellos debutan, tan solo algunos grupos anclados en la anterior década seguían practicando.
Participan en festivales al lado de grupos tan dispares como The Storm o Barón Rojo. Demuestran buen sonido y una teatralidad desarrollada con el uso de caretas y la utilización de proyecciones durante sus conciertos.
En 1982, van a grabar un segundo LP, que por imposiciones del sello discográfico, sería cantado en castellano. Hay numerosos cambios en la formación, entrando Javier Kierche (guitarra) y Javier Donaire (teclados). El disco llega a ultimarse e incluso es presentado oficialmente en Gijón el 2 de abril de aquel año bajo el título genérico de “Boina Apocalíptica” (1982). Sin embargo, nunca llegaría a salir a la venta. En esos momentos el rock sinfónico es un dinosaurio triste que no importa a casi nadie y a última hora el sello decide echarse atrás. Víti Carrizo decide entonces marcharse a Cuba una larga temporada y eso supone el final del sueño del caballo Asturcón y sus galopes entre riscos y nieblas. Tendrían que pasar más de diez años para que otros grupos astures hicieran rock en bable y el esfuerzo de este grupo incomprendido encontrase el reconocimiento.
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