EL ENVEJECIMIENTO INEXORABLE DEL ROCK ESPAÑOL

EL ENVEJECIMIENTO INEXORABLE DEL ROCK ESPAÑOL
Fotografía de Miguel Trillo
En el concierto de Barón Rojo, Madrid 1984 – Miguel Trillo

Más allá de géneros, escenas o bares, hay que reconocer que el rock, el pop y, en general, la música popular ajena a las radiofórmulas, es algo cada vez más reducido y elitista. No es nada nuevo, era una muerte anunciada.

¿Qué porcentaje del público de los conciertos es menor de treinta años? Vale, llamar viejos a la gente de treinta años está mal, pero lo sois. A los chavales no les importa una mierda lo que hacéis; puede que les guste la música, pero en vuestros conciertos no hay ni una tía de su edad y la paga no les da para pedirse una copa. Puede que esto suene reaccionario, pero lo cierto es que –al menos en Madrid que es del lugar del que puedo hablar– no ha habido el más mínimo recambio generacional. Lo más triste de todo es que la culpa de la situación no la tiene la música, ni los bares, ni siquiera los precios prohibitivos de las copas, la culpa es de la legislación que prohibió el consumo de alcohol a los menores de edad.

Cuando se fueron extendiendo por España las normativas que elevaban la edad mínima para el consumo de alcohol de dieciséis a dieciocho años –Asturias es la única Comunidad en la que todavía está permitido beber cerveza y vino (y sidra, claro) a partir de los dieciséis– los chavales empezaron a entrar más tarde en el circuito de bares y conciertos, los únicos lugares donde realmente se puede aprender música. Vale, en Internet se puede aprender de todo, cierto, pero si nadie te dice qué oír o qué buscar acabas escuchando cualquier cosa que te vendan y ni siquiera podrás contextualizarlo. En cualquier caso, el problema va más allá, y afecta principalmente a la música en vivo. Como los chavales no pueden ir a conciertos ni entrar en bares hasta que no tienen dieciocho años, se dedican a ponerse hasta las patas de whisky y vodka del LIDL –ahora también beben ginebra, que está de moda– en el parque de enfrente de cualquier discoteca infecta en la que pueden entrar con dieciséis años. Resultado: cuando son mayores de edad, y pueden ir a conciertos o bares, ya no les importa un carajo, porque no tienen ningún interés en lo que allí va a ocurrir y, además, no hay nadie de su edad con quien ligar.

Las normativas que prohiben el consumo de alcohol hasta los dieciocho no sólo han jodido al rock, también han creado un problema de salud pública. Desde que aparecieron, el consumo de alcohol en adolescentes no ha parado de subir y, además, son mucho más comunes los atracones. Los chavales antes empezaban a beber con la cerveza y el calimocho, que era lo que podían agarrar legalmente, y para lo único que les alcanzaba la paga. Además, podían entrar en bares, donde se ejercía algún tipo de control social. Ahora les da un coma etílico en el parque y santas pascuas. Está feo que yo diga esto, que he sido un fervoroso discípulo del botellón, pero los chavales no sólo tienen muy mal gusto musical, además no saben beber.

¿Hay alguna solución? No lo sé. Al menos en Madrid, el barrio del rock por excelencia, Malasaña, está muriendo a marchas forzadas. Los chavales con dieciocho años que tienen un mínimo interés por la música van a discotecas supuestamente indies, pero no se les ve el pelo en ningún concierto. Sí, hay conciertos para niños, pero los más pequeños no se enteran de nada. Lo importante es evangelizar a los adolescentes y eso es cada vez más difícil. O hacemos algo pronto o los conciertos de rock, pop, y todo lo que nos gusta, acabarán siendo como los conciertos de jazz, que tienen el mismo público con camisa y americana que hace cuarenta años.

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Comentarios

  1. Si los músicos son viejos -como son-, es lógico que conecten mejor con el público veterano que, a fin de cuentas, es el de su edad y, por tanto, con el que comparte hitos generacionales y preocupaciones similares. Además, traerán a sus amigos y entorno que lógicamente será acorde al de las personas subidas en el escenario, haciendo que los verdaderos jovenes se sientan desplazados. Luego está lo que decía mi amiga Patri, no sé si a vosotros os habrá pasado o no, pero ambos recordamos que cuando empezábamos a salir, si íbamos a un sitio y había algún tipo de 30 palos le mirábamos casi con desprecio e insolentemente decíamos, ¡qué patético, esto está lleno de viejunos!

  2. Es cierto, yo con 35 años, miro a mi alrededor en los conciertos y sólo veo puretas tela.
    Veo a los niños pintando con sprays por la calle todo lozanos y juveniles y me pregunto: ¿LES PASARÁ LO MISMO? Dentro de 40 años la policía tendrá un problema con la tercera edad y su manía de pintar las calles.
    La foto me parece increíble, qué mitiquez, yo aún estaba viendo a los goonies en el cine pero cuatro añitos más tarde ya tenía mi parche de metallica en la chupa vaquera y mi sudadera negra de AC/DC, y bien orgulloso que estaba.

  3. Me encantó el artículo, hace años los jóvenes veían a gruos de viejos, hoy en día lo viejos ven a grupos de jóvenes, el caso de Papá Topó o Grushenka. La prohibición de que los menores no puedan entrar en conciertos fué desafiada por grupos de hardcore con lo de tocar a priemera hora de la tarde y en sitios donde no se sirviesen bebidas alcoholicas, incluso creo que esto lo llegaron hacer Urusei Yatsura, el caso es que la escena hardcore tenía una idea política y en esto iba lo de cuidar a las nuevas generaciones, había que frenar el capitalismo, hoy en día los grupos quieren ser aceptados por stablishment, por eso los grupos son más jóvenes que su público y el objetivo es salir en rock de luxe antes que en un fanzine o tocar en un festival patrocinado por una marca de cerveza antes que en un centro autogestionado. Creo que es una cuestión de que el rock como concepto está absolutamente mercantilizado, y más desde que se vendió desde el indie como un objeto de alta cultura.

    En los noventa los mayores hacían música para los jóvenes, es decir se hacía rock and roll, hoy el día el rock and roll es algo mal visto, hoy en día generalmente los jóvenes hacen música para viejos, es decir, se adaptan a lo que les gustaban sus padres para poder ser aceptados, no se crean nuevos estilos, no confronta en actitud ni políticamente, lo más cool es no estar marginado, no ser un excluido, el rock and roll como actitud sin embargo requiere estar del lado de los excluidos y de la marginalidad.

    Creo que esto se acabará de aquí a dos años, no se que instrumento musical se utilizará, pero los excluidos ya no van a querer caer bien como en los 00, ya no hay créditos, el proletariado ya no puede tunear coches, hemos vuelto a lo que siempre hemos sido. El renacimiento está en la calle.

    Por cierto todo mi apoyo a los jóvenes estudiantes de madrid y valencia que hoy se manifiestan , ahí está el futuro del rock and roll.

    Aplasta tus Gafas de Pasta!

  4. Justamente esto pienso cuando voy a conciertos. Yo creo que lo de los conciertos all ages es una buena idea, más allá de ideologías y conciertos para niños, pero nunca he estado en uno y no sé cómo funcionarán. También quizás lo sea programar conciertos a otras horas… Y mira que a mí cuanto más tarde mejor, pero a veces leo sobre las sesiones matinales o programas dobles y quizás serían formatos interesantes para rescatar. Lo único similar que se me ocurre es la matinée del Actual y está muy bien, además de ser gratuita y de lo que mejor funciona en ese festival (si no me equivoco).

  5. Tienes toda la razon Ayuso, creo que esto es solo una parte, pero tristemente, tu generacion fue de las ultimas (si no la ultima) en llegar a Malasaña…

  6. Lo que no se puede perder es la perspectiva de las cosas. No estoy de acuerdo en nada de lo que se dice aquí. Así que “los chavales no sólo tienen muy mal gusto musical, además no saben beber”? ¿Es una ironía? Esa misma frase la decían cuando yo tenía 15 años y me iba a ver a Iron Maiden. Y la decían hace 50 años cuando la peña iba a un concierto de Bruno Lomas. Los chavales tienen el gusto que tienen y les gusta lo que toque en ese momento, al que le gusta lo bueno y al que le gusta lo malo, da igual. Y, por definición, un chaval NO sabe beber. Que el público de los conciertos no sea joven (depende de qué conciertos, porque según qué grupos, hay chavalería para aburrir) se debe nada más a que ya no se permite asistir a menores y a que, hoy por hoy, te cobran un mínimo de 6 pavos por ver a quien sea, aunque sea tu primo y no le conozcan ni en su casa. No tiene que ver con beber. Hoy ese es el menor de los problemas para un chaval. Y lo de “Desde que aparecieron, el consumo de alcohol en adolescentes no ha parado de subir y, además, son mucho más comunes los atracones” me parece el colmo. No sé de qué época hablas cuando hablas de ‘antes’ (me imagino que aludiendo a tu juventud), pero en los 80 (que es cuando viví mis 15 años) la peña bebía, meaba, cagaba, vomitaba y se desmayaba en las aceras lo mismo o más que ahora. Antes todo lo que tenía un chaval eran dos canales de TV y un radiocassette, unos recreativos a la puerta de su casa y cuatro bares de mierda a los que ir. Ahora hay más variedad de estímulos, las ofertas de ocio se han diversificado y el tiempo libre se reparte en muchas más cosas, aunque al final casi todo se quede en horas y horas de internet y de entretenimiento ‘en casa’. Es posible que para la juventud de hace 20 años (hablamos de España, por supuesto) la música fuera algo mucho más importante de lo que lo es para la de ahora, pero si es así, desde luego que no es por lo que se comenta aquí.
    Un saludo

  7. Coincido bastante con tu argumentación, Gerhard Rodax, y creo que has apuntado muy certeramente hacia una de las causas, lo que comentas sobre la diversificación de las ofertas de ocio y de entretenimiento en casa, que han podido desplazar a la música entre las preferencias de los jovenes. También pienso que ha habido un paso atrás muy grande en cuanto a medios, en los 80 salían por televisión cosas imposibles de imaginar hoy día. Aunque esto no es nuevo, lleva sucediendo desde finales de los 90.. no digamos las radiofórmulas. Todo esto “embrutece” o al menos no instiga a curiosear..

  8. Yo creo que la clave es que falta calle, la cultura se crea en el asfalto, y la calle ha sido robada a los adolescentes. Los recreativos, los bancos para sentarse, los parques… y que es muy difícil llegar a las propuestas actuales, que por otra parte suelen ser de lo más carca. Puedo contar con los dedos de una mano los grupos de música que desprendan adrenalina, peligrosidad, emoción…