Probablemente este es el disco que mejor recoge el espíritu «pekenike» de los que fueron grabados por músicos procedentes de esta formación cuando Los Pekenikes se disolvieron definitivamente. Tony Luz, alma máter y líder indiscutible de estos Zapatón reunió en unos pocos temas la tradición instrumental y las versiones de éxitos norteamericanos característicos de los primeros tiempos del legendario grupo madrileño.
El LP está compuesto por diez temas más el añadido de «Adiós al zapatón», que apenas dura 17 segundos. Dos de esos temas son versiones de instrumentales que ya Los Pekenikes llevaron en su momento arriba de las listas de ventas: «La vieja fuente» e «Hilo de seda». En ambos casos Zapatón poco aporta a los originales.
Los restantes números instrumentales ya conocidos son: «Mangas Verdes» («Greensleaves»), en una versión en la que el órgano sesentero y el sonido en general recuerda notablemente a Los Relámpagos, el otro gran grupo instrumental español. «Camina, no corras» («Walk don’t run») es una acertada versión del clásico de The Ventures, de lo mejor del disco.
Tony Luz también compuso tres temas propios e inéditos para este disco: «Tango del zapatón», una agradable broma musical, «Vals para ti», un tema de ritmo lento pensado para el lucimiento instrumental del grupo y que no se queda en el oído del oyente. Más interesante es esa «Crema de rock and roll», que hace honor al título y, empleando tópicos musicales del estilo, consigue un muy buen instrumental.
Dejo para el final los tres temas cantados: «Tutti Frutti», «Popotitos» y «Speedy Gonzales». Tres clásicos de finales de los 50 que han conocido -también en España- cientos de versiones. Los tres están impecablemente interpretados por el grupo, sin salirse para nada del guión original, salvo en el uso del pedal de distorsión y alguna otra licencia propia de los años 70. Lo de las voces ya es harina de otro costal, y una escucha superficial deja bien a las claras que Zapatón fue proyectado como un grupo eminentemente instrumental.
Un disco agradable, que se deja oir sin complicaciones, en la que la guitarra de Tony Luz brilla por encima del resto de los componentes, pero que en la época en que fue grabado y editado sonaba ya trasnochado por mucho revival que queramos aducir en su descargo.