Una Zarzamora sin Manolo Galván da un cambio radical, virando hacia el underground como aquí se llamaba al rock garajero más o menos progresivo. El conjunto suena absolutamente distinto a lo acostumbrado y busca equipararse a grupos tipo Cerebrum o Smash, sin atreverse del todo a soltar agarraderos comerciales. Dicho de otro modo, endureciendo el ritmo y el guitarreo, pero sin solos largos ni especulaciones sonoras de ningún tipo.
También las letras buscan un cierto contenido social, especialmente en la cara B que cae en el manido tema de un neobucolismo campestre.