No era pequeño el problema de suceder a un disco que había alcanzado el nº 1 de ventas y había sido segundo en Eurovisión con lo que eso suponía de cara a mercados extranjeros.
Los mentores de Karina van a fijarse en un viejo tema de los años 40, que aparecía en la película: “Los Últimos de Filipinas” (Antonio Román, 1945) y que, desde luego, era lo único destacable en aquel bodrio patriotero.
El resultado es una dulce balada con unos arreglos que intentan conjugar un ritmo pop con una orquestación clásica. La canción es preciosa, aunque la envoltura instrumental suena a quiero y no puedo. Karina hace una interpretación vocal muy buena.
La cara B es una cursilada importante de origen sudamericano, que desdice el buen intento anterior. La cantante vuelve a demostrar que la evolución de chica ye yé a dama de la canción era una realidad palpable.