El bombazo eurovisivo de ABBA en la primavera de 1974 había sido de proporciones bíblicas. Habían vencido, habían convencido y habían vendido lo que no estaba en los escritos. En casi todos los países surgieron émulos autóctonos dispuestos a traducir a los rubios de postal sueca. En España le tocó a Margaluz hacer la versión en castellano del tema. Ni ella ni sus arreglistas se complicaron la vida y calcaron la interpretación y arreglos orquestales de los suecos, eso sí reducidos a una sola voz. La mallorquina demuestra su buena voz y su solvencia interpretativa, logrando una lectura muy digna de este archiconocido tema.
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