Cuatro años han tenido que pasar para que Vulk volvieran a dar señales discográficas. La pandemia del COVID y el cambio de batería fueron la razón. Pero lo cierto es que la espera ha merecido la pena.
El grupo es consciente de que el nuevo trabajo es un significativo paso adelante. Son muchos los factores de cambio. Lo que en «Ground for Dogs» (Elsa / Meyo, 2018) fue un movimiento exploratorio, ensayando el euskera en dos de los temas, se convierte ahora en apuesta firme: Vulk abandona el inglés para lanzarse a tumba abierta en brazos del idioma de la tierra.
Cambian de sello, descartando en este caso el binomio Elsa – Meyo para entrar en el catálogo de Montgri, el sello de sus amigos de Cala Vento. Y también cambian el estudio de grabación, eligiendo en este caso el Atala Estudioa (Bera, Navarra) de Íñigo Irazoki.
Canciones que tienen casi de todo en su duración. «Gaua eta odola» es un buen ejemplo. Antes de que las guitarras percutan casi como una sirena, la canción.
La manera de cantar de Andoni también ha cambiado. Se ha vuelto todo más urgente, con rabia atropellada, abandonando así el tono más pausado y oscuro de los trabajos previos.
En «Militantzia sutsua» vuelven las atmósferas de tono fantasmal, pausada, con sinfonías estridentes a modo de lamentos y turbinas. Es el tema más largo, sobrepasando con amplitud los seis minutos. Militancia apasionada, asustados por el sacrificio… sirven las letras para aumentar el regodeo en densidades por lo críptico del mensaje, permitiendo muchas la interpretación libre del que escucha.
Ilustrativo resulta como ejemplo de sus ganas de probar cosas cómo finalmente incluyen en «Agurra» el resultado de escuchar una cinta de la grabación sonando al revés.
«Etsai, orpoan», con los enemigos pisando los talones y la cadena de depredación animal a modo de canción infantil llega a tener el que probablemente sea el estribillo más coreable de todo un disco plagado de temas de construcción alambicada y tortuosa.
Golpes de guitarra apuntalando los momentos más agresivos en canciones como «Lanaren kanta» y el sometimiento al trabajo.