Vuelve a por Mí

Vuelve a por Mí

Amarillo entra por la puerta grande en esto de la música. Al poco de formarse, una de las independientes más importantes del país se fija en ellos y les edita un disco debut con el que atraen muchas miradas. Pero no es oro todo lo que reluce. Al poco de editar el disco ven que las cosas no son lo que parecen, y se encuentran en la incómoda situación de no tener sello discográfico. Ante este momento crucial optan por formar una discográfica junto a sus amigos de Post editar sus propios trabajos.

Al invento lo llaman Pim Pam Pum, aunque al escuchar este «Vuelve a por Mí» (Pim Pam Pum, 2007), no parecen tener prisa tal como podría sugerir el nombre de su discográfica. Con un sonido más estilizado que en el correcto pero poco apasionante «Piruetas en el Aire» (Rhonda, 2004) cortesía del ex-Sexy Sadie Jaime Soriano, sin dejar de lado los fantasmas de las influencias que ahogaban aquel -la más obvia Teenage Fan Club-, aquí el espectro se amplía. No se olvidan de los escoceses y de la búsqueda de la canción perfecta. Ejemplo de esto serían la bonita «Santa Rita«.

Pero aquí los tiros parecen ir por otro lado. El peso del álbum advierte una huella un poco impensable como es la de Coldplay. La pésima «Sonrojos» o «Pista de hielo» marcan el reflejo de esa épica de estadio de los ingleses y que ha tenido otros reflejos en España en bandas como Vetusta Morla.

También aparecen otras voces en las que contemplar estos reflejos que son las canciones de Amarillo. Los Planetas están presentes en «Bombas nucleares«, una de las dos mejores canciones del disco. Aunque a veces les sale una vena que los relaciona con todos esos mediocres grupos de raíz stoniana, tipo los horrendos Circodelia u Ovni. Esta vena les sale en «Quienquiera«, que lo pone en la órbita de Pereza. En «Qué más da» parecen buscar la extinta senda de La Rabia del Milenio.

Otra presencia que parece constante es la de Los Piratas, el grupo que muchos parecían menospreciar pero que otros tantos desearían llegar a ser. El ejemplo más notable es en «Laberintos«. Pero a veces esos intentos, como en «Mucha gente«, los acercan a cosas tan poco recomendables como La Sonrisa de Julia.

Tampoco les funciona la vena sicodélica de «Corazones«, ni un tercio final del álbum que parece querer ser una rémora de la melancolía, con algún ramalazo eléctrico que invadía el infinito «Transatlanticisim» (Barsuk, 2004) de Death Cab For Cutie.

Pero si por algo debe ser este disco recordado, o recomendado, es por la inmensa «Célebres huracanes«. Con un inicio de rasgueo de guitarra que me recuerda al comienzo del «Hambre» de la imprescindible Javiera Mena. La canción crece de la acústica a la electricidad por la vía de la energía inyectada en sangre. Un tema que podrían firmar los mejores Mercromina desentonar.

¿Y qué se puede sacar como conclusión de todo lo dicho? Pues que nos encontramos ante un grupo que siempre parece recordar a otros, en todos y cada uno de los momentos. Esa ausencia de personalidad dota de poco carácter a unas composiciones que si bien llegan a funcionar como elementos aislados no parecer llegar a convivir de manera armónica. Porque el disco contiene momentos buenos e incluso excelentes como «My enemy«, o las citadas «Bombas nucleares«, «Santa Rita» y, por supuesto «Célebres huracanes«, pero que se pierden en un conjunto demasiado liviano y disperso.

Mención aparte a la bonita portada del disco y al cuidado diseño del mismo. Un LP (casi) perfecto.

Grupo:

No todos los grupos tienen que ser...

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Tracklist:

  1. Quienquiera
  2. Lejos de casa
  3. Santa Rita
  4. Célebres huracanes
  5. Mucha gente
  6. Sonrojos
  7. My enemy
  8. Bombas nucleares
  9. Corazones
  10. Laberintos
  11. Qué más da
  12. Dinosaurios
  13. Pista de hielo
  14. Sin darme la vuelta

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