El primer disco de Maderita, es decir, la asociación de Julio Bustamante y miembros de Ciudadano, es un hermoso tratado de pop sencillo y exquisito. Canciones cargadas de emoción y sensibilidad grabadas a base de minimalismo, tirando de sencillez y dándole protagonismo a las voces, cantando mucho, incluso a cuatro voces. “Queríamos hacer música pop llevada a las raíces. Dar tanto protagonismo a las voces es trabajoso, pero también muy terapeútico, beneficioso tanto para nosotros como para el que escucha”, explica Bustamante.
En el disco nos encontramos con composiciones de Bustamante, de Xema Fuentes y Jorge Pérez, además de una versión en castellano del “It ain’tt me, babe” de Bob Dylan (aquí «No te preocupes«), y otra -“Cims i abismes”- de Pep Laguarda. Además adaptan versos del poeta valenciano Carlos Marzal en “Atención encandilada”.
Este aire sencillo y campestre se refleja también en la portada, con ese socarrat -azulejo medieval valenciano- pintado por la madre de una amiga de la banda. Un paseo por el bosque mediterráneo relajado y emocionante que ejerce un gran poder balsámico sobre el oyente. Realmente precioso.
La asociación con Fleet Foxes parece inevitable pero el grupo se desmarca rápidamente de ella: “Quien espere escuchar algo parecido a Fleet Foxes, se sentirá decepcionado, aunque sí es verdad que hay una espiritualidad común. Que nos basemos mucho en los juegos vocales también puede explicar ese paralelismo, pero es algo que también hacían Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán. Lo bonito es que un mosaico sin prejuicios, pasado además por un filtro mediterráneo”, comentaban en una entrevista concedida a la MondoSonoro.
Canciones de limpieza espiritual como “Trabajo de verano” y «Paraísos de ilusión» consiguen que la emoción nos alcance por sorpresa y nos traslademos a una playa llena de luz en la que un coro redendor canta a nuestro oído. Las voces en primer plano, en ocasiones hasta las cuatro al mismo tiempo, hace que nos recuerden a unos Crosby, Stills, Nash & Young mediterráneos, trayéndonos la dulzura a través de cortes como «La suerte».
Un disco tan sencillo como brillante que consigue remover nuestro interior.