Antes de decantarse por el nombre de O Bo de Vil, Vil sacó su primera colección de canciones bajo el nombre de The Two Halfs. La grabación inicialmente se subió a Jamendo y Lastfm, sin masterizar. Posteriormente la sube a Bandcamp, incluyendo una ligera masterización que la permite sonar más nítida que la original. “Por lo demás el disco está intacto. La polka acelerada y el maquinillo desenfrenado siguen ahí; los niños asesinos también; la abuela ludópata coleccionista de almanaques de animales también; los fallecimientos en extrañas circunstancias también; los señoriños bebiendo cuncas y cantando en el bar también; los golpístas de andar por casa también; hasta las tres influencias principales del disco siguen ahí: The Tiger Lillies, The Legendary Pink Dots y Siniestro Total… ¡Todo eso y mucho más está en el disco ‘Vil!’”. Veinte canciones propias, salvo la adaptación del «Cassilda’s song» de Robert W. Chambers, rebautizada como “La canción de Cassilda”.
Comienza «Vil» recurriendo al costumbrismo ferrolano en “Pimpínes & Perrechas”, psycho-polka acelerada en la que se desahoga cargando contra el postureo. En “Familia” crítica a las élites con ritmos de cabaret y vals: “Todas nuestras niñas irán a la universidad / opositarán para el grupo A / como ves les damos una oportunidad”, mientras que en “Un agujero” se acerca a la violencia callejera con aires de orfeón desquiciado.
“Caca-Cola” relata las visitas furtivas de un desgraciado a un puticlub: “La primera vez que fuiste a un burdel / no fue para meter la colíta, pediste un caca-cola y rechazaste a las señoritas”. “Vagabundos” es el hit del disco, un himno tabernero y portuario con un estribillo brillante y una historia apasionante sobre vagabundos follando en la noche: “Una vez
escuché a dos vagabundos follando. Ella era bajita, yonki y barbuda y el era un gordo, más bien borracho”.
También es destacable “Criaturas sobrenaturales”, vidas cargadas de frikerío y fantasía para terminar enamorado de la chica del Gadis. El costumbrismo ferrolano vuelve en “Ada”, donde retrata a esas señoras embutidas en abrigos de cien ardillas, maestras en aparentar; esas que para ir al bingo le piden dinero a su hija… “Se arrancaba a cantar en el bar / para borrachos, militares o algún autobusero. / Era fans de ‘La Violetera’, de Lina Morgan, y por supuesto también de ‘El Último Cuplé’…”
“El idioma de las escopetas” podría ser una canción de los primeros tiempos de Golpes Bajos, del maestro Germán Coppini… “Un día de estos todos estaremos muertos / cuando se hable el idioma correcto el que todos entendemos… El idioma de las escopetas, háblalo y pégale un tiro a alguien”. Surrealismo, crítica y cruda realidad.
El surrealismo vuelve con “Niños”, canto a la violencia infantil, de padres a hijos, para acto seguido continuar con historias de monjas asesinas y borrachos salidos que ocultan su particular visión del amor; personas que adoptan el papel de asesinos en serie en su pueblo porque alguna vez alguien tenía que aceptar dicho papel y macarras por las casas baratas haciendo “La sonrisa del payaso”.
Cierra “Truco” a ritmo de ukelele… “Las personas tienen truco y si lo aprovechas podrás conseguir todo de ellas. Todas están deseando que las traten de cierta manera y si lo haces podrás conseguir todo de ellas”.
Un trabajo lo-fi realizado por un gran letrista de lo cotidiano de marcada personalidad.