Lone Star no podían acabar desapareciendo por inanición, devorado por la jauría de grupos jóvenes que surgieron a principios de los 80. Ese afán de superviviencia llevó a Pedro Gené a grabar este álbum postrero tras una travesía del desierto, pues realmente el anterior LP había sido grabado cinco años antes. Entre tanto antologías y reediciones habían cimentado su leyenda de grupo irrepetible con un cierto aura de malditismo.
El disco es grabado en los estudios Perpiñá, de Barcelona, en 1981 y es editado en marzo de 1982 por una independiente catalana en la que también habían grabado personajes tan dispares y de tanta calidad como Barcelona Traction o Sleepy la Beef.
«Hijos del rock and roll» es una especie de testamento musical de Pedro. «En el año 62» es una mirada a sus inicios con aquellos inefables coros sesenteros. «Escápate conmigo» homenajea la parte más comercial y pegadiza del grupo. Son canciones irreprochables en las que queda claro que el grupo ya ha decidido poner el punto final a veinte años largos de carrera. Una concesión final a la sentimentalidad. «En alta mar», cantada por Jordi Gene, el hijo de siete años del genial Pere Gené.
Una despedida honrada, como fue toda la carrera de este grupo que, más que ninguno, se ganó el apelativo de La Leyenda.