“Vida Tóxica” (EMI / Capitol, 2007) surge casi como terapia adicional de la recibida por el tumor que por aquel entonces se le detectó a Luz. Por eso es un disco cargado de fuerza, una reafirmación vital. Así, el disco se abre con “Sé feliz”, la más recordada de las que lo componen y que es todo un testimonio de superación, otro tanto compartido con “Crece el caudal”. Igualmente apuesta por más potencia de la que venia usando últimamente con canciones como “Besos al aire”, “Soy” y “Cara y cruz”. Pero no es necesario el rock para conseguir expresar ese mismo sentimiento en otras canciones; por ejemplo, “Sueños raros”, que con sencillez y delicadeza se pregunta aún por los misterios que quedan por discernir, mientras la música avanza con detalles oníricos que le viene bien al título.
Un álbum elegante y discreto -en el buen sentido- construido a base de diferentes pasajes aunados por una misma energía, la que devuelve a Luz al panorama musical en un momento personal complicado y que por ello lo dota de un emotividad muy especial. Por eso cuesta admitir que en él no se encuentran momentos excepcionales ni brillantes, pero sí una confortable sensación tras su escucha.
«Vida Tóxica» sigue gozando de buenas ventas y atención pública y, al contrario que los anteriores, no se dirige de forma específica a una audiencia adulta, sino que llega a esta de un modo más natural.