Los Enemigos se habían ido, han vuelto y han re-vuelto, pero la verdad es que da la sensación de que siempre han estado ahí aunque hiciera quince años que no entregaban nuevas grabaciones, desde aquellos «Nada» (Chewaca / Virgin, 1999) y «Se Buscan Fulmontis» (Virgin / Chewaca, 1999). Pero en todo este tiempo se ha editado todo tipo de material enemigo: directos –«Hasta el Lunes» (Warner, 2012)-, cajas recopilatorias –«Desde el Jergón» (Warner, 2012)– e incluso sus canciones menos habituales -»Obras Escondidas 1985-2002″ (Alkilo, 2002)Añade este contenido-.
En pleno 2014, Los Enemigos nos entregan catorce nuevas composiciones grabadas en los estudios madrileños CATA y VM Broadcast. La producción lleva la firma de Carlos Martos, un profesional de toda confianza para la banda, que ha trabajado con él de forma prácticamente ininterrumpida desde los tiempos del legendario “La Vida Mata” (GASA, 1990).
Un disco hijo de su tiempo, de los tiempos de crisis que nos toca vivir. Nos encontramos con canciones con contenido social como «Firme aquí» y el último timo de la estampita de los bancos: las preferentes; con críticas y cachondeo hacia el misticismo salvador 2.0 -«Gurú«-; el destino y la naturaleza de las relaciones personales, e incluso en «Hombre que calla» se cuestionan si la predestinación puede tener base científica -Josele afirma que en la letra hay rastros de la conmoción que supuso para él la lectura de «El Gen Egoísta» (1976) de Richard Dawkins, en la que se plantea que no somos más que el vehículo que utiliza nuestra carga genética para su supervivencia.
El disco comienza con el corte homónimo, quizá el más flojo del lote. Un rock enemigo con riffs pesados armado con la inconfundible voz de Josele Santiago. «Gurú» es un rock más ligero que consigue robarnos alguna sonrisa y «Firme aquí» la entrañable historia cargada de cinismo bancario del abuelo engañado con las preferentes.
«Santos inocentes» habla del cabeza de turco, de la necesidad del ser humano de encontrar un culpable, lo sea o no. Cuidado con estar en el sitio equivocado en el momento equivocado. Se trata de un corte con vocación punk, Josele afirma que le parece un corte muy 77, muy Stranglers.
También nos encontramos con medios tiempos como «Estrella fugaz«, que hablan de encuentros furtivos en la noche que terminan en tu casa, con ella yendose tras ducharse y tú quedándote solo sin ni siquiera su número de teléfono. «Café con sal» es una de las mejores canciones del disco, remedios caseros y populares para combatir el dolor.
«Mare nostrum«, ese mar lleno de cadáveres y sueños rotos… «pregúntale al chico de la manta, pregúntale a él«. Un medio tiempo que sirve de preludio a «Aflicción«, corte en el que vuelven a enseñar los dientes, desarrollos de rock duro con guitarras pesadas y una letra oscura. «Hombre que calla» trae una melodía cuidada y dos solos de guitarra, el primero de Manolo y el segundo de Josele; «Ciudad satélite» es el único corte del disco cantado por Fino, quien además toca la guitarra (a diferencia de en ell resto del disco, que toca el bajo). «Perra tuerta» habla de envejecer libre y tranquilo. Josele se atreve con el slide y se perciben ecos sureños. Muy emotivo.
Cierran con su tributo a los que lucharon por el rock en este país -«Cementerio de elefantes«- y con el dúo «Cuatro cuentas» y «No es igual» que van seguidas. Dos temas desnudos sin apenas producción y con letras crudas.
No estamos ante el mejor disco de Los Enemigos, tampoco nos encontramos con canciones imperecederas… pero es un disco honesto y sincero, de una de las más grandes bandas de rock que ha dado este país.