Disco de ruptura para la banda sevillana este “Vértigo y Euforia” (El Genio Equivocado, 2010), sin duda. Desde las más obvias como el cambio de sello con su salida de Jabalina (para analizar la cantidad de bandas que abandonan el sello madrileño para ir a otro o autoeditarse), o el cambio de dúo a quinteto, a otras, en realidad, mucho más profundas. La principal de espíritu y sonido, que en una primera escucha descoloca y hace replantearse la idea que uno tiene de la banda.
El eclecticismo del que siempre habían hecho gala aunque algo oscurecido por una idea de grupo demasiado escrita a mi modo de ver (Montevideo era la banda que era y tenía el sonido determinado que tenía), se rompe en mil pedazos en este trabajo. Un ejemplo de ellos es una de las fotos de promoción más difundidas en la que los cinco miembros del grupo sostiene vinilos muy significativos de este coctel explosivo de influencias y caminos a tomar (aunque no estén del todo presentes en su sonido, sí en el alma del grupo): Almendra, The Beatles, Rocío Jurado, Robert Wyatt y T. Rex, todos sostenidos con orgullo, brazos en alto.
Si siempre habían sido un grupo heredero del sonido de Family y un cierto aire del Sonido Donosti en sus momentos más acústicos nos encontramos en este trabajo con una banda que le inyecta sangre a cada una de las composiciones, que destila rabia y que jamás ha sonado tan potente y, paradójicamente al introducir nuevos miembros, tan conjuntada. Todo encaja, todo suena ensayado, nítido, potente y con rabia contenida como la excelente y esclarecedora desde su título “El futuro será lo que queramos”. Toda una declaración de principios, sin duda.
Un disco que parece pensado en su traslación al directo donde toda esa sangre puede explotar en subidones eléctricos bastante desbocados con ejemplos tan contundentes como la excelente “Asesino” o “Saldremos de esta”. Pero también es cierto que canciones como esa o “Abominables intrusos” caen en un pop-rock demasiado convencional sin un punto de distinción que sí tenía la etapa anterior de su música, aún cuando jamás escondían sus cartas de influencias y testigos recogidos. Además, hay canciones que pueden encontrarse entre lo peor de su repertorio como “Perdidos en el supermercado”.
Otro de los mayores debes es la ausencia casi total como voz principal de la encantadora Damiana. Y se echa de menos, vaya si se echa… Cuando toma el mando como en “No te puedo dejar sola” con escondidos aires de bossa y detalles electrónicos que puntúan muy alto, el disco recuerda a un pop afrancesado absolutamente desbordante de charme.
Pero si una canción merece ser destacada por encima del resto es el atronador sencillo, “Orillas plutonianas”. Un título inspirado en “El Cuervo” de E.A. Poe. Nunca en toda su carrera anterior Montevideo dan en el centro de la diana de manera tan perfecta, arrolladora, certeros y sin piedad. Ritmo perfecto con pequeños descansos para pegar otro salto aún más lejos, arreglos exultantes que recuerdan, en espíritu, a los del final de “Lazarus” de Boo Radleys para rematar una canción que debería convertirse en un pequeño clásico del pop-rock independiente español, perfecta para discotecas indies (de hecho se edita un sencillo con remezclas) en las que sonaría, mirando de cara a cara con The Strokes o Franz Ferdinand.