Desde el punteo verbenero con dejes de bandurria, la cosa queda clara. Otra pachanga en busca de sus réditos veraniegos. La letra cargada de tópicos como no podía ser de otra manera y la batería reforzada por unas congas resultonas. Breve e interesante punteo en el puente y estrofas a piñón fijo en las que cuando se acaba la literatura, comienza el lalaraila. Más de lo mismo para una fórmula que ya comenzaba a presentar muy claras señales de agotamiento, evidenciadas por ventas ciertamente pobres.
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