Los que fuimos al cole el siglo pasado aprendimos las tablas de multiplicar cantando. Basándose en aquella práctica habitual en la didáctica de las Matemáticas, la maestra Mary Merche y sus chicas nos cantan las tablas. Cada una va acompañada al principio o al final de la lectura hablada de la tabla por parte de la maestra y luego su panda de alumnas cantan cada una de ellas, intercalando algunos ripios del tipo “ocho por uno ocho, me gusta el bizcocho” o “cuatro por cinco son veinte, andaremos por el puente”. Estas partes cantadas cuentan con acompañamientos musicales de ritmos variados bastante trabajados, finalizando con el soniquete “Si cantas si bailas, que fácil será aprender a multiplicar”.
La primera y la última tabla van insertadas en una canción titulada “El alegre colegio”, que relaciona en su letra y voces infantiles la música y la tabla de multiplicar.
En realidad el protagonismo del disco lo llevan las niñas que cantan, pues el papel de la maestra es el de recrear algo parecido a una clase de antaño recitando previamente las tablas.
Esta obra músico-matemática se vendió sobre todo en formato casete, más apropiado para el uso doméstico de los jóvenes estudiantes de Primaria a los que iban dedicados como vehículo de aprendizaje. Enrique y Ana harían una década después algo parecido con mucho mayor apoyo comercial y los mismos objetivos.