De nuevo una pieza de Ramón Farrán será la que sirva para alcanzar la final del Festival de Benidorm en 1970. Una canción alegre con un comienzo que juega al equívoco sonoro. Aires carnavaleros y percusivos para una extraña canción que se apartaba un buen trecho de los cánones festivaleros y que reunía un estribillo pachanguero y una estrofa de lo más pop. El cantante parece haber madurado un tanto desde su primer sencillo y logra, tal vez, su mejor interpretación.
El lado B se ciñe más a lo que se supone es una suave canción melódica; mucho más tópica que su compañera. En ella, hay que destacar el diálogo del cantante con unos coros femeninos que desarrollan un contrapunto que suena muy bien.