VVV dedican en su siguiente trabajo un sentido homenaje o reconocimiento, con el título del disco, al espacio autogestionado situado por la zona de Oporto, en el barrio de Carabanchel de Madrid, que tuviera que viera interrumpidas sus actividades a la vuelta de la pandemia.
«Toda la puta igual» claman en el tema con el que abren este Vaciador, pero en realidad, a tenor del título del mismo «Zugzwang», las cosas sí que van a cambiar, pero a peor. Y es que el término alemán con la que la titulan está tomado prestado del ajedrez, y corresponde cuando un jugador en cuestión, obligado a mover por ser su turno, verá cómo su posición empeora necesariamente hasta verse abocado a la derrota. Analogía por tanto traída de los escaques del tablero a la vida para describir una situación cerrada condenada a perder, una situación sin salida.
Algo de ese sentimiento fatalista pudiera estar igualmente contenido en «Ctrl + Alt + Supr», instrumental que no llega a los dos minutos para cerrar el disco, cuyo título pudiera sugerir ganas de reiniciar todo, de resetear. O cuando denuncian que siempre vive asustada la protagonista de «El ángel de la Historia».
Los madrileños han contando con un buen elenco de productores para la elaboración de este disco (CRNDS, Marco Henri, Inner Cut, Hydden Celsior, Xulián Sambade y el mismo Adrián) lo que sin duda se traduce por una amplia variedad con un denominador común, el gusto por las cifras elevadas cuando se refieren a los beats per minute.
Un ejemplo extremo de este último término lo constituye «Hikutsu», tema duro, a toda velocidad, machacón e implacable. Igualmente crudo resulta «Mediocres y agresivos», que lleva en su letra un verdadero himno generacional, un relato urbano sobre el grupo de amigos.
«Rush» primero y luego «Bellver» ofrecen una salida más fresca y oxigenada, con aires incluso bailables. Incluyen extractos de conversación en la primera y momentos especialmente acertados en las letras de la segunda (como cuando se refieren al centro de drogodependencia situado en la calle Bellver y en la que no han ayudado para hacer olvidar a quien se ha ido, o la combinación de la forma de querer de uno y de la de ser querido del otro que les convirtió en toda la belleza de un accidente a cámara lenta).
Tratamiento de las voces de comienzo tanto de «El ángel de la historia» como de «KLF» aunque luego cada una evolucione por vericuetos distintos. «Moriré matando» dicen en la letra de esta última, que en la narración visual del videoclip que acompaña a la canción, corresponde a la actividad de un grupo armado. Más impactante resulta, en el apartado de voces, la femenina que acaba «La grieta».
Un trabajo con grandes momentos, que persevera en el gusto por la electrónica extrema demostrado en discos anteriores. Si hubiera que sacar alguna pega probablemente sería el no encontrar en las primeras escuchas canciones que se queden de forma tan contundente en el cerebro como en «Turboviolencia» (Helsinkipro / Flexidiscos / Conjuro, 2021) y, sobre todo, en «Escama» (Helsinkipro, 2020).