La entrada en Vergara de la mano del productor Ramón Farrán relanzó la carrera de Luis Gardey gracias a la alegre “Una testa dura”, una canción pegadiza donde las haya que fue uno de los éxitos menores de aquel verano 68. Y escribo menores porque, aunque sonó en radios y bailes, no se vendió tanto como su popularidad podría aparentar. Una de las piezas más recordadas de este cantante y la despedida del Gardey más ye yé. Al rebufo de esa popularidad, la canción también tuvo su lado femenino en la voz de Licia.
La cara B contiene una balada correcta y de escaso tirón, bien interpretada vocalmente y con unos arreglos orquestales cortados con los patrones de siempre.