Tras una travesía del desierto con cambio de una de las chicas de Vídeo (sale Sissi y entra Jose) y estar bastante tiempo sin discográfica, el grupo ficha por Twins para poner en circulación su cuarto LP. Paco Martín dora la píldora y asegura un gran lanzamiento para este disco y su publicación en varios países, cuando lo cierto es que de lo dicho, ni la mitad de la mitad. El disco se graba en el estudio madrileño Torres Sonido con su propietario, Joaquín Torres, ex de Los Pasos, como productor.
Pepa vuelve a ser la única voz solista y va a lograr sus mejores interpretaciones. Por otra parte, la carga tecno se ve un tanto reducida. El disco se mueve en una cierta indefinición estilística con guiños a los vientos hispanos que entonces soplaban fuerte y con unos planteamientos claramente pop.
La canción que se lanzó en single y se promocionó fue “La luna en Méjico” que no llegó a reverdecer viejos laureles, ni a plantar cara en el mercado a Mecano, a pesar de un más que mediano parecido formal.
Disco de mucho ruido y pocas nueces o, si lo prefieren, de mucha arena y poco cemento. Entresaco “Alunia”, un precioso tema cargada de ensoñaciones melódicas y cantado de forma muy convincente. El maridaje entre los arpegios de la guitarra, el ritmo simplemente sugerido y el lecho de teclados en largos acordes configuran uno de los temas más logrados de toda la historia de Vídeo.
La mejor aportación de este postrero disco del grupo es el descubrimiento de un tecno pop melódico y expresivo con contención de secuencias desbocadas y con fuegos de artificio de sintetizadores y percusiones electrónicas encauzados al servicio de la melodía y no perdidos en puros efectos más o menos innecesarios.
Pese a los muchos esfuerzos del grupo, el disco no consiguió sus objetivos y Vídeo decide a finales de aquel 1989 echar definitivamente el cierre a una carrera que se extendió por toda la década de los 80.