En 1977 se van a producir en España las primeras elecciones democráticas en más de cuarenta años. Varios artistas pusieron su grano de arena a ese proceso con sus canciones. Una de las más señaladas sería María Ostiz. Su tema “Un pueblo es…”, junto al “Libertad sin ira” de Jarcha y alguna otra sonaban a todas horas como fondo de la campaña institucional que animaba a los retraídos españolitos a acudir a las urnas. Son canciones compuestas con vocación de momento y que las circunstancias van a convertir en himnos intemporales.
La letra de “Un pueblo es…” retrata las ventanas que se abrían a la claridad sin perder sus asideros en el pasado en unos tiempos absolutamente irrepetibles en los que todos teníamos conciencia de estar partiendo de cero. Este tema se editó antes en formato single, pero es en este formato grande, rodeado de otros temas hijos de su época, donde adquiere todo su sentido. María Ostiz, intuye que se está despidiendo y no es casualidad que precisamente así: “Todo tiene su fin” y “La despedida” sean los títulos de los temas que cierran este LP se saca de su amplio vestido, siempre abrochado hasta la garganta un LP cargado de homenajes y tirones de orejas.
“A ti, Cecilia”, dedicada a la fallecida cantautora con la que guardaba amistad y afinidades. La mordaz “Don José”, que pone a caldo a los políticos que critican a los demás sin mover el culo de su poltrona y sin hacer nada por los ciudadanos; es decir, a la mayor parte de los políticos españoles de todos los tiempos. “Levantaré” es otro himno urgente, que nos llama a tomar el camino y volver a empezar cargados de esperanza. Con “El cantor”, María Ostiz vuelve a empuñar su guitarra juvenil como único acompañamiento para autodefinirse y lanzarnos, de paso, un mensaje más de concordia y pluralismo de los muchos que encontramos diseminados entre las estrías de sus discos de vinilo negro.
En suma, María Ostiz va casi a despedirse con un muy buen LP en el que se hace difícil deslindar lo estrictamente musical del momento social en que fue alumbrado. Una forma más que digna de despedir una carrera en la que siempre cantó a la libertad y en la que solo en muy raras ocasiones cedió a las tentaciones comerciales.