La grabación del nuevo trabajo de Claustrofobia, el de título de película de Buñuel, llega en un momento de cambio para el grupo que ha pasado a ser estricto dúo tras la marcha de Antoní Baltar, encargado por lo general de sintetizadores y programaciones. Igualmente supone el estreno en un nuevo sello, acabada la etapa en Justine.
Sería erróneo pensar que fue con su firma con el sello Nuevos Medios cómo Claustrofobia incorporó el flamenco a su paleta sonora. Los catalanes ya habían dado muestras evidentes de que ése era un palo bien presente en su música y que utilizaban como ingrediente de peso en la composición de su repertorio. Pero, por las mismas, lo cierto es que este “Un Chien Andaluz” está decididamente volcado hacia territorios flamencos. Su misma elaboración se programó en conversación y colaboración directa con Mario Pacheco, responsable de la compañía que apostaba decididamente, entre otras cosas, por la corriente de lo que vino a llamarse Nuevos Flamencos.
Pero eso sí, el grupo pone bien a las claras, desde el mismo principio, que la suya es lógicamente una lectura muy personal. En concreto introducen de manera casi constante en el disco elementos árabes, con recitados, ambientaciones e incluso temas enteros extraídos del mismo desierto norteafricano (“Muluk el hwa”). La ligazón del flamenco y la música árabe se hace en este nuevo trabajo de Claustrofobia de manera indisoluble, haciendo bien que los temas tengan elementos de ambas vertientes coexistiendo o que sencillamente la misma canción evolucione de un extremo a otro continuamente como ocurre con ”A orillas de tu vientre”, que construyen a partir de vertiginosa electrónica.
“Andalusí errante”, por ejemplo, tiene lírica como de cancionero antiguo que se mantendrá a lo largo de todo el disco, coros hipnóticos de María José y enérgica interpretación de Pedro. Igualmente “Arabesco”, con su letra acerca de personas que sufren marginación incorporada con esa manera tan peculiar desde la voz principal y su ambientación de castañuelas, percusiones y sintetizadores termina derivando a ese tono de zoco con el órgano, laúd y la guitarra. “Sudor y espuma”, por su lado, arranca oriental para luego irse transformando en una especie de lamento que transcurre perezoso con maneras andalusíes.
Campanillas, ensueño, ambiente etéreo y mágico… “Tu ausencia” es igualmente una pequeña preciosidad. Si para “La camarga”, otro gran momento de combinación árabe – andaluz, contaron con apoyo externo para las voces principales en tono flamenco, con “Carmela: duquesa d’almuhia”, contaron con cuñas en árabe, que se engarzaban a las mil maravillas con ese aire inicial casi de rumba de Kiko Veneno y cante a modo casi de quejío.
Este juego intercultural queda ligeramente interrumpido con “Soledad y pobreza”, que trae momentos de pop suave de terciopelo combinando la voz de Pedro con los coros de María José, y el de mestizaje con aires caribeños, de manisero de “Lamentos mineros”.
También llama la atención que frente a esa aparente hegemonía en la tonalidad sonora de todo el disco probablemente el mejor tema, “La nana del sabor amargo”, recupera mucho de esas atmósferas que ha construido de siempre el grupo combinando la electrónica oscura de Alphaville o Décima Víctima con una profundidad de miras y gravedad intelectual que han marcado su sello de distinción desde siempre. Una de las canciones a destacar de todo su repertorio.
Grabado en los estudios Espai Records de Bellcaire d’Urgell, con Pedro González como ingeniero, llevaron el disco a mezclar a los estudios londinenses Trident de David Young. En la relación de colaboradores que participaron en la grabación aparecen, por ejemplo, Manuel Castilla aportando guitarra flamenca; Antonio “Tacita” Moreno la batería y Mauricio Villavecchia piano y acordeón.
Los que premiaron la amplitud de miras (no sin algo de dispersión) de «Repulsión» (Justine, 1987) debieron de penalizar que el grupo se centrara tanto en una única vertiente en este caso. Al menos, Nuevos Medios no obtuvo la respuesta comercial esperada. A mi juicio, en cambio, se trata de un rotundo acierto, logrando el que bien pudiera ser el mejor disco de Claustrofobia.