Los segundos discos siempre son difíciles, pero más si en tu primer álbum has vendido la cantidad de discos que vendió “Hijas del Tomate” (Columbia ,2002). Doce millones de copias dejan el listón demasiado alto para cualquiera y, si bien tampoco nadie espera que repitas cifra, es seguro que las expectativas sean muy altas y lo más seguro es que no se cumplan como realmente pasó con este «Un Blodymary» (Warner, 2006).
Dejando un tiempo prudencial entre un disco y otro, cuatro años los separan, para que el público no acabara cansado de ellas se repiten algunos planteamientos de su debut. El single promocional del disco también lo compuso Manuel Ruiz, Queco, y el resto de temas, como también pasa en su primer disco, las hermanas Muñoz, aquí ya siendo cuatro con la incorporación definitiva de Rocío Muñoz.
Grabado en los estudios cordobeses Filigrana, en los mandos también repiten como productor Queco, Tino Di Geraldo, ex componente de Cómplices, a la batería, o el guitarrista de sesión Ludovico Vagnone, incorporándose en las percusiones Luis Dulzaides, colaborador de multitud de grupos y artistas como Álex Ubago, Rosana o Ismael Serrano, entre otros.
El fiasco eurovisivo arruinó las posibilidades a nivel de ventas del disco ya que no logró entran en ninguna de las listas de éxitos, ni en España ni el extranjero, y la verdad es que el disco tampoco es que mereciera más, aunque seguramente si no hubiesen ido al festival las ventas hubieran sido más altas, más por el efecto “Aserejé” que por la calidad desprendida de este álbum.
Musicalmente no presenta apenas novedades, las canciones nos hablan de temas que les preocupan a ellas como la depilación láser, la pérdida de los novios, el querer vestir la ropa que se quiera o la metrosexualidad, siempre con un punto divertido y guasón, o al menos eso pretenden. El disco se promocionó con la canción que interpretaron en Eurovisión: “Un blodymary”, medio tiempo que en el primer disco sería del montón pero que en este disco es decepcionantemente el mejor.
El resto transcurre entre una primera parte terrible con temas sobrecargados en exceso de temas intranscendentes como “Paparazzi”, desconocemos si ellas han sufrido en sus carnes a estos individuos o es por lo que veían por la televisión, “El neceser de mi Paco” o “Doble bombo”, cuyo temas es de un retrógado preocupante. Ni siquiera el guiño a esa enorme canción como es “Le freak” de Chic hace que “Desafina como quieras” con su tono funky se salve.
En la segunda parte del disco Las Ketchup se decantan por un tono más aflamencado pero manteniendo el nivel del resto. Aunque pueda parecer un camino interesante encontrarse de repente con algo como “Y yo gané el concurso, a toas mis primas, y desde entonces me llaman, Miss tirachinas” -que es lo que cantan en “Alegrías de mi tanga”- realmente echa por tierra toda esperanza.
En definitiva, un disco plano que con sus ventas hizo desaparecer a Las Ketchup del panorama musical español.