El debut de Triángulo de Amor Bizarro se produce en 2007 bajo el sello Mushroom Pillow, pero las canciones ya llevaban demasiado tiempo en la recámara. El tiempo suficiente para pulirlas con esmero. Ellos lo tenían claro, querían que Carlos Hernández (Los Planetas, Deluxe, Mercromina) les produjese el disco, y por ello esperaron por él. En una entrevista en Mondosonoro comentaban que “Fichamos en septiembre o así del 2005, pero no grabamos hasta junio del 2006 porque nos emperramos en que queríamos grabar con Carlos, y él está siempre súper liado. Luego teníamos productor, pero no teníamos estudio, y acabamos grabando en la cocina de casa de mi abuela, en la aldea de mis padres. Grabamos en tres días o así”.
Diez trallazos grabados a fuego en una cocina, esa es la definición de este disco, que viene a ser nuestro «Psychocandy» (Blanco y Negro / Warner Bros., 1985) patrio; un incendio que nuestra escena necesitaba con urgencia. (Alegrías de un incendio que dirían Los Planetas). Su iconografía, muy clara: deudora sobre todo de The Jesus and Mary Chain y de Surfin’ Bichos, pero con un toque muy personal.
Abre el disco “El himno de la bala”, una sola canción que es suficiente para darte cuenta de que esto es diferente. Una letra impactante que se clava en tu cabeza y un sonido sucio guiado por un bajo distorsionado hasta lo imposible. La siguen “El crimen: cómo ocurre y cómo remediarlo” y ¿Quiénes son los curanderos?, formando un inicio de disco abrumador, en el que las guitarras no dejan de chirriar ni un segundo. Entonces, cuando ya estás perdido, hipnotizado por su sonido, surge «El fantasma de la transición», recordando a My Bloody Valentine: un dulce envenenado envuelto en frágiles aromas pop.
“Ardió la Virgen de dos cabezas” y “Cómo iluminar una habitación” son dos temas en los que aparece la sombra alargada de Surfin’ Bichos, e “Isa vs El partido humanista”, un trallazo punk que la propia Isa canta gritando, con una letra que no tiene desperdicio, “Y además estoy muy orgullosa de / que me tiren piedras por la calle / con ellas hago figuras misteriosas / que me recuerdan a cada uno de ellos / Me fijo en sus caras y siempre están muy serios / Y tienen la manía de seguir viviendo / Yo siempre he preferido a los perros«.
Cierra el largo «Para los seres atados (a las condiciones terrenas)», canción que recuerda descaradamente al «Just like honey» de The Jesus and Mary Chain, en un nuevo desarrollo de sumisión masoquista.
Y tras 33 minutos que transcurren en un suspiro, termina el disco, quedándote con ganas de más. De mucho más.
En 2014 con motivo del Record Store Day, Mushroom reedita el disco en vinilo, en una edición limitada a 500 copias que se agota en apenas unos días.