Con el núcleo duro fundacional del Aviador Dro, Biovac N y Arco Iris, seriamente tocado por la traumática escisión con respecto a DRO, sello en paralelo al grupo que fue algo más que la plataforma de lanzamiento desde los principios cuando ninguna compañía confiaba en su propuesta tecnopop, el proyecto se refunda con la incorporación de Genocider F15 y R.E.P. La nueva formación, que responde ahora al nombre de Aviador Dro 4000 refuerza la estructura sonora y parece propugnar una vuelta a las fuentes electrónicas, transitando ahora por una propuesta de espectro ancho.
Grabado en los estudios Reactor con Moncho Campa a cargo de las cuestiones técnicas.
Se va así desde la dureza de «Vivir para morir«, con la que se abre el disco, o «Hypercarga«, torpedo de intensidad instrumental, hasta los teclados saltarines de «Tierra plana» en donde además parecen incorporarse resquicios de viento y coros pop. La felicidad que da la ignorancia, tierra plana…
«Mala imagen» parece resolverse a base de apuntar hacia una especie de rap con abundante aparataje electrónico donde Biovac N se lamenta de su desdicha y falta de éxito en las relaciones sociales.
Con «Buda cósmico cristalizado» se adentran en cuestiones de credos personales y su repercusión en el trato con el resto del entorno social. También es filosofía la asignatura que imparte principalmente la institutriz-dominatriz de «Mi joven profesora«, un tema que no termina de arrancar y convencer.
Una sensación similar de ejercicio infructuoso queda con «Centinelas del futuro«. Las maneras de himno, desplegando alas sobre el mundo, no terminan de mezclar bien con una secuenciación excesivamente repetitiva y machacona.
Probablemente quede mucho mejor resuelta «Trance«, el tema que da título al disco y que se construye a partir de bases mucho más pausadas y orgánicas. Tiene hueco incluso para mostrar virtuosos solos a los teclados. Es el corte con mayor minutaje.
Curiosamente en «Rojo para siempre» tienen algo de la épica exagerada de algunas canciones de Fangoria.
Cierran con «Patrullando«, una canción que empieza proponiendo ritmos y secuenciaciones trotonas que no abandona en ningún momento. Juego entre órganos y apuesta por la patrulla continua para no morir en un mar de dudas.
Ejercicio de electrónica dura y afilada que recuerda algo a la desplegada en aquellos ensayos del segundo disco de «Sintesis: La Producción al Poder» (DRO, 1983)Añade este contenido, el «Antitesis». Aunque si entonces se ofrecía como alternativa a un tecnopop más bailable, en este caso sirve, más que de alternativa, de arrope de las canciones. Puede no convencer a los nostálgicos más acérrimos, pero muy por encima de las derivas más guitarreras de discos anteriores.