En 2005 llega la primera referencia de Kimuru. Un trabajo grabado en Abrigueiro Estudios (Friol, Lugo) junto a Arturo Vaquero. Participan en ella Martín Alonso (guitarra en Holywater), César López (bajo en Los Comestibles) y Arturo Vaquero (Humanoid) que es el responsable de los efectos espaciales, texturas y desarrollos del disco… «Arturo dejó su sello personal casi más como Humanoid que como Arturo Vaquero. Eso le da un carácter especial e influye directamente en el resultado».
Con respecto al disco Quique afirma que «lo grabamos en una semana y fue intenso. Era finales de diciembre y hacía un frío de la hostia lo cual me obligaba a un tratamiento diario y extenso de licor café. Tengo un recuerdo dulce y algo borroso, sobre todo al final del día. Hubo algo de proceso iniciático y también un poco de magia durante aquellos días.
Fue una especie de road movie en canciones. Una odisea espacial por carretera de juguete electroacústica. El título hace referencia a la idea de que antes de volar hay que soñarlo. Antes que las naves espaciales volaran tuvo que haber un niño o una niña volándolas con su mano«.
Hay muchas referencias en las letras, “nombro a Tom, a J. Brown, a Devora Harry. El single ‘Hay fiesta en Marte?’ es un homenaje a Bowie al igual que ‘El futúro de la araña’. También sale Germán Coppini. Son citas musicales dentro de las canciones, casi guiños de fan, que no influencias. Me resulta difícil ver yo desde dentro la influencia pues antes que músico soy un melómano”.
A nivel musical es un disco espléndido. Un disco profundamente melancólico que consigue ponernos en ocasiones un nudo en el estómago con su realismo y crudeza. Melancolía envuelta en pop con luces y sombras, un viaje introspectivo que se viste de viaje espacial… «Supongo que eso está en los textos y en la manera de vestir las canciones. Pretendimos que tuviera un aire de cuento, de un viaje interior por esa galaxia infinita que son los sentimientos. Quería una linea argumental entre las canciones para que tuviera unidad y concepto al mismo tiempo que jugar y experimentar en el estudio».
Las primeras canciones son homenajes a Bowie –“¿Hay fiesta en Marte?”, “El futuro de la araña”-, pop espacial con texturas y ecos electrónicos que consiguen general una atmósfera realmente especial. En ese sentido hay reminiscencias de Humanoid que quedan patentes en cortes como “Tarta de Soñodepé”, pop con cadencia de bossa deconstruida.
Hay medios tiempos con tempo narcótico –“Relojcero”-, pistas de baile demodé con brillantes arreglos –“Bailactiva”-, melodías tabernarias con letras sobre negocios y venenos nocturnos –“El estraperlista”- y electrónica aderezada con pop –“Nuevo hoy”-.
Un precioso viaje emocional realizado con mucho mimo y una producción realmente notable.