Nueva entrega de Baby Horror en formato de larga duración para el sello Subterfuge, tras su disco «Horror Pop» (Subterfuge, 2001). Es ésta la primera grabación en este formato de Carlos López al bajo /el eléctrico y no el contrabajo, como se lamentara tiempo después J. Horror).
Portada y diseño de nuevo de Mario Leal, y como ya ocurriera en su debut «Desde El Espacio Exterior» (Fiebre, 1999), se recurre al ámbito espacial. En este caso, un astronauta parece estar sufriendo una mala experiencia en la superficie de un planeta en el que hay emanaciones de muy mala pinta.
Grabado en cinco días a comienzo de enero de 2003 en los estudios Reactor, con Moncho al cargo de las mesas. Como luego contara Jesús en el detallado texto biográfico de «El Baúl De los Horror» (Subterfuge, 2005), el grupo decidió, en arriesgada opción, correr con los gastos del estudio.
Si en el anterior trabajo se habían abierto las compuertas para dar cabida a métodos y estilos próximos al pop enérgico, «Teletransportador» es un ejercicio realizado enteramente en estas coordenadas. No busques pues muchas concesiones a las suciedades e intensidades del rock and roll en las que se centraba antes el grupo. Amigos como son de letras de mutaciones (sin ir más lejos, en este mismo disco, «Maligno» nos cuenta los sufrimientos de una chica tras la transformación sufrida por su novio en el cine), éste es el resultado que la evolución de sus gustos provoca en la música de la banda. De entrada, es la primera vez que el grupo incluye en un larga duración bases secuenciadas. Y probablemente mucha de la culpa la pueden tener las amistades que se buscan Annie y Jesús. No hace falta ser demasiado sagaz para relacionar el nuevo aroma que destilan las canciones de Baby Horror, apuntado, por otro lado ya en «Horror Pop», con las colaboraciones con las que cuentan aquí: Nacho Canut y Victor Coyote.
Se abre y cierra el álbum con una dedicatoria a Sarita, amiga (y acorde con lo narrado en las letras, Sheena particular) del grupo. Aunque con algo más de contención «Es mi amor» también tiene aires ramonianos. Es en esta versión de «Back seat love» de Nikky & The Corvettes donde pone el bajo precisamente Nacho Canut. La programación, a cargo de Jesús pone un punto espacial, aunque puestos a ser puristas conviene recordar arreglos similares en el «Howling at the Moon (Sha-La-La)«.
La práctica totalidad de las canciones tienen, ya en sus títulos, alguna componente que los sitúa en el plano espacial, de posesión maligna, de comunicación con el mundo de los muertos, seres monstruosos, de voces inquietantes, interiores o no…
La colaboración con Víctor Coyote viene en «Maligno«, crónica de episodios de posesión o transformación diabólicas por intoxicaciones mutantes en el cine. Es muy original, comienza con percusiones muy personales, con aires sincopados, que se ajusta como un guante a la participación del ilustre invitado, que en un principio iba incluso a aportar guitarra. Rompe la línea, algo más «chiclera» (por calificar las especias pop de algún modo) del tono general del álbum.
Esquizofrenias o posesiones son las que parecen vivirse también en «Las voces me hablan de matar«. El título nos lo dice todo. Las voces, pero no las de las letras, sino las de la canción, nos hacen pensar en Alaska, aunque musicalmente el tema se mueva más cerca de los parámetros de Los Vegetales.
Aunque como en este disco hay voces para elegir, yo me quedo con «Esa voz misteriosa«, que es una canción con un arranque tremendo. Rock and roll sucio, psychobilly de terciopelo. Una especie de parada del punk-pop para permitirse alguna que otra siniestralidad en la música.
«Glow in the dark» con regustos macabros en la letra y guitarras que tras el estribillo pueden sonarte a los Pixies, o «El increíble hombre menguante«, con sus coros característicos, tienen algo del punk-pop que se le puede suponer a grupos como Aerolíneas Federales.
Pero de igual forma, a mi me parece notar riffs tipo Sex Pistols en el comienzo de «Viaje astral«.
El capítulo de las versiones se completa con una tremenda toma de «Nancy«, la canción de Zoquillos. Para su ejecución se contó con otra participación de renombre: Mugre Tone, protagonista y activista convencido desde grupos como Asiatics, X-Prays, Grupo Sub-1 o Webelos. Entre Annie y él se encargan de facturar uno de los mejores cortes del CD. Cuentan como anécdota, que en la grabación se equivocaron con la pronunciación cuando dicen eso de «Me siento atrapaNdo en esta telaraña«.
El disco muere con la ya mencionada segunda parte de «Sarita» y un tema extra, como le gusta hacer a la banda, «Siglo XX«, en memoria de Joey Ramone. En la línea del homenaje a Buddy Holly que habían dejado en «Horror Pop».
Un buen trabajo de punk-pop, claro que sí, que además les coloca justo en el centro de la escena musical en esa onda de esos años, como así lo atestigua la enorme lista de agradecimientos incluída.