Este disco es impecable. La muy completa banda de acompañamiento suena como un cañón y la voz de Blume campa a sus anchas por un repertorio de calidad inigualable que él domina y amolda a su voz ¿Dónde está el problema, entonces? El problema reside en que este esfuerzo está destinado a ser un simple ejercicio de estilo, ya que maldita la necesidad que había de versionear en 1971 estas canciones que sólo unos años antes habían dado la vuelta al mundo en sus magistrales interpretaciones originales. Suena, por tanto, a un ejercicio académico de un aventajado alumno de canto que no aporta absolutamente nada en cuanto a originalidad. A partir de ahí, debemos aplaudir la obra y comprender que esa obra estaba destinada al fracaso comercial debido a su nulo interés para el posible comprador.
Los intérpretes originales de las canciones configuran el Olimpo de la música rock casi al completo: Paul Anka, Elvis Presley, Ray Charles, Chubby Checker, Rolling Stones, Beatles, Animals, Spencer Davis Group, José Feliciano y Percy Sledge son aquí imitados con buena intención y conocimiento de causa por un Blume empeñado por su cuenta en demostrar lo buen cantante que es. Una iniciativa tan loable como inútil; no porque sea mal cantante ni mucho menos, sino porque el interés que puede despertar un disco cantado en inglés por un español que se limita a copiar a los grandes maestros es muy escaso.