En su debut para la discográfica creada por los propios Ilegales, la banda confirma todo lo que había apuntado en la anterior entrega, con el añadido de la vuelta al formato de trío, el que, según Jorge Martínez, mejor va a estas canciones.
De nuevo un disco tremedamente contundente y ruidoso, rock and roll con influencias punk y un sonido actual, más sucio. Son, aunque actualizados, los Ilegales de siempre, con nuevas historias sobre delincuentes juveniles, (“El demonio“), prisiones (“Motín en la prisión“), tipos duros (“Con los ojos abiertos“, “Si la muerte me mira de frente”, “Vuelven los problemas”) crítica de la hipocresía de determinadas clases sociales (“Señorita qué rara soy”) y, como no, sobre hacerse mayor (“Héroe de los gatos”, “La edad del pavo”). Además, añade canciones acústicas, como la sensacional “la rabia de vivir” o “A prueba de marcas”, y baladas como “Libérate” o “Verano del 93” y, sobre todo, la gran canción marca de la casa, el medio tiempo “Chica del Este”.
Los Ilegales ya no son unos niños, eso está claro, y ello les sirve para ser un grupo muy experimentado que cada vez suena mejor y cada vez sabe mejor cómo quiere sonar y, sobre todo, qué hacer para conseguir ese sonido. Además, han recuperado la energía: ya firmarían muchos grupos nuevos y jóvenes sonar con la potencia, rabia y actitud rockera de estos veteranos.