Selvática están en un momento creativo envidiable. Todo fluye y los discos se suceden con facilidad, siguiendo un ritmo intenso que los lleva a entregar un disco por año desde 2015. En 2017 llega su tercera entrega: “Seres Abisales” (Discos de Kirlian / Orphan, 2017). “Para este tercer álbum, Paula y yo decidimos que queríamos un sonido diferente. Nos interesaba la idea de crear canciones con más espacios, introducir más saxo y que el sonido fuera más afilado. Para ello hicimos muchas demos y finalmente elegimos las doce canciones que representaban mejor lo que queríamos.
Tras enseñárselas al resto de la banda, en octubre de 2016 grabamos en el Estudio Terraforma de Iban Pérez los bajos y las baterías y en nuestro Estudio Orphan el resto de instrumentos, voces, mezcla etc. De la masterización se encargó Iban Pérez.
Siempre pensamos en el disco como algo unitario y que el orden de los temas tuviera un feeling especial. En esta ocasión – al contrario que en “Un Mundo Extraño” (Mama Vynila / Discos de Kirlian, 2015)Añade este contenido – decidimos comenzar con temas más oscuros, inmediatos y contundentes y acabar el disco con más densidad y luz, con temas más pop. Las letras son un poco más poéticas que en los discos anteriores. El título ‘Seres Abisales’ además de hacer referencia a un tema anterior que aparecía en ‘Canciones Cariocas’ es un poco una metáfora sobre lo que no se ve pero está. Durante todo el proceso tuvimos claro que queríamos que fuese distinto a los anteriores discos, aunque sin perder nuestra identidad. También nos interesó una producción un poco más seca, sin exceso de adornos (sólo hay algunas voces y saxos doblados), porque queríamos poder representar en directo el disco tal cual. El resultado es un amalgama de post-punk con aromas de selva oscura y pop etéreo” explica Manu.
El resultado es un disco soberbio, con temas post punk con cadencia de pop incisivo –“Esa cosa tan nuestra”… corte que representa el amor-odio que se puede sentir por un sitio, que inevitablemente forma parte de ti-, temas asfixiantes como “No sé qué pasó” –“garage progresivo sónico. Queríamos hacer un tema que creciera hasta que no se pudiera más”-, experimentaciones divinas como “Trigo limpio” –“Es como un pregón en un pueblo perdido. Inspirado en cierto modo por las imágenes del director español José Val del Omar”-, punk con aroma fúnebre –“Embrujo castizo”- y pop que trae luz –“Rayo de luz”, “Un día cualquiera”-. De hecho, deciden cerrar el disco con el corte más pop y luminoso del disco, «Un día cualquiera«… «Nos gusta la idea de que acabe con un punto de luz«.
También nos encontramos con un corte puramente instrumental como «Macumba» -«el título es un guiño a Brasil y hace alusión a rituales de origen africano«-, post punk gélido de guitarras cortantes -«Nadie«, «algo así como post-punk cubista dentro de un iglú«-, baterías en plan militar sobre las que se sobreponen capas de tensión -«Guerra«-, una realidad engañosa que se entremezcla con el sueño -«Serpiente«- y «Sal y sangre» o el retrato de un psicópata portuario en horas bajas… «Tratamos de hacer un tema que fuera denso y que creara espacios. Una especie de ‘soul’ turbio y tribal«.
Uno de los discos del año.