Han pasado más de tres años desde la publicación de su anterior álbum. Años en los que Guzmán, músico incansable, ha seguido haciendo música a todos los niveles: componiendo, grabando, produciendo -tanto para sí mismo como para otros- y tocando en directo con Adolfo y Cánovas, Cadillac y, sobre todo, con su grupo desde hace casi dos décadas, los Hobbies.
El nuevo trabajo del madrileño sale a la luz el 12 de diciembre de 2012; aunque en principio no ha sido más que una casualidad, ciertamente tiene paralelismo con las fechas extraordinarias ya que su anterior trabajo se publicó el 29 de febrero.
Lo que tenemos entre manos es, sin lugar a dudas, un disco de Guzmán en estado puro, que continúa la trayectoria de buenos trabajos comenzada con «Guzmán & Cía» (L.A. Music, 1998). Y es que Guzmán sigue en racha y en este álbum, que dura prácticamente una hora, nos ha dejado muestras de experiencia, profesionalidad y de incansable entusiasmo.
El sonido del disco es muy destacable. Grabado entre Musigrama y Sannoz a los controles, tenemos de nuevo a su hijo Óscar Guzmán, que ya se encargara del sonido en su anterior álbum. Si en cuanto a sonido siempre han sido buenos los discos de Guzmán, éste es aún mejor y se da una vuelta de tuerca. La fusión de elementos acústicos y electricos siempre ha sido una muestra del estilo de Guzmán, pero contar con una sección de cuerda supone dar una nueva dimensión a los temas.
Los textos son elaborados, cercanos y abordan temas como la crisis tan a mano, pero el enfoque es diferente: no es sólo una crisis económica y política sino tambien de valores. La incomunicacion y la desinformación se convierten en un arma utilizada contra el ciudadano. Guzmán se manifiesta describiendo el momento actual y abogando por la acción, cada uno la que pueda o quiera.
La música del disco aborda varios estilos dentro del género pop, inclinándose como siempre hacía aquellos que son armónica y melódicamente más ricos como el folk-rock o el power pop, rememorando musicalmente a artistas como Crosby, Stills and Nash o a The Beatles -George Harrison en concreto-. Artistas que forman parte de la formación de muchos músicos, y de la suya en particular, y que impregna de una manera clara todo el disco, dándole ese sabor de otra época. Hay fragmentos que de forma contrapuntística se adhieren al tema principal («The long and winding road«, «The Ballad of John and Yoko«, los solos de slide o coros harrisonianos, etc).
Siguiendo con las colaboraciones, la cubierta del disco es una realización del colectivo Melón de Abel Guzmán; entre los músicos podemos encontrarnos con el teclista de los Hobbies, Tony García-Flores, Gus Aldrey, en las guitarras con Osvi Grecco, Óscar Guerrero, Alfonso Blanco y Jesús Parra. Al bajo, viejo compañero de muchas aventuras musicales, Manolo Toro y a la batería Ángel Crespo, como en las armonías vocales entre otros su compañero de Cadillac Eduardo Ramirez, así como Paz Alonso al cello, Alzy Kim Lee al violín, Alfonso Múgica al contrabajo, Sara a la viola o Ansar Zhamalijanov a la trompeta.
La temática de los textos de las canciones es variopinta. En «No hay secretos» se manifiesta en un tema de corte folk-rock -con mucha guitarra acústica como todo el disco- la situación actual de incertidumbre provocada por la crisis, crisis por cierto en muchos aspectos del ser humano. «Elaine» describe, en un luminoso tema de power pop, la alegría inmensa de nombrar una vez y otra a la mujer amada. «Los 60 no se pueden olvidar» se mueve entre la nostalgía y admiración a una época que Guzmán vivió y de la que formó parte en cuerpo y espíritu. El tema homónimo describe un punto de inflexión espiritual en la trayectoria de Guzmán en plena juventud. Y «Creo que me he hecho mayor» describe la indiferencia o cansancio ante ciertas situaciones y que achaca intencionalmente o no a la edad. No hay como vemos un tema único como en algunos de los álbumes de su ex-compañero de grupo sino que aborda de forma variopinta muchas temáticas en cada uno de los textos.