Se Acabó la Rabia

«Muerto el perro se acabó la rabia / muerto el cuerpo se acabó el dolor«.

Dos años después de su debut, «A Ver Quién Llega Antes al Fin» (Aullido, 2010), Mañana vuelven con aires renovados. «Se Acabó la Rabia» (Sello Salvaje, 2012), de nuevo grabado en los estudios La Mina de Raúl Pérez en Sevilla -masterizado por Doug Van Sloun en Focus Mastering (Omaha, Nebraska)-, supone un soplo de aire fresco y la confirmación de los sevillanos como una de las grandes formaciones de la escena folk pop nacional.

Estamos ante un disco plagado de matices, con una brillante lírica y una meditada instrumentación que nos deja pequeñas joyas como la inicial «Vals de autoayuda«: «Juntos al menos iremos al cielo / al infierno puedes ir sin mí«.

A lo largo del disco se perciben tintes pesimistas y melancólicos, que Colom explica de manera clara y concisa: «El pesimismo del disco está en concordancia con lo que veo a mi alrededor«. Frustración generacional tratada con gran sinceridad y una importante cadencia poética, con referencias a Miguel Hernández -«y aunque este rayo no cesa / y este vals pedecerá«- y acercamientos a Sr. Chinarro -como ejemplo más llamativo, el corte «La pena máxima«-.

Su objetivo con esta entrega es hacer pop, un pop entendido de forma particular: «El tipo de pop que me gusta, el que hacen Wilco, Death Cab For Cutie o The Shins«. Un pop maduro, que hace que su sonido gane consistencia, perdiendo la inmediated de su debut, pero acercándolos a grandes figuras como Bon Iver o el propio Antonio Luque.

«Despiste» nace con vocación de hit inmediato, pop fresco y efervescente que conecta el pop sixtie nacional con Lori Meyers, y «Cenizas por errores» llega con tintes truculentos, con pesimismo y oscuridad que la delicada sección de vientos se encarga de suavizar.

En cada uno de los cortes se percibe una acertada producción, a cargo de  Raúl Pérez y Cristóbal Colom, que dota al sonido de la banda de una grandeza inmediata, de manifiesto meridiano en temas como el homónimo «Se acabó la rabia» o «La pena máxima» -intensos los teclados de Fran Rosado-.

La dulzura espacial llega con «Unas copas de rencor«, un medio tiempo catártico que contiene algunas de las mejores estrofas de la banda: «Me abandoné siguiendo tu respiración / y celebré convertirte en una canción«.

Cierra «Buenas intenciones«, una atmósfera creciente y redentora que nos deja con un gran sabor de boca.