Santiago y Julián

Tras muchos años de poner música a las canciones de María Dolores Pradera, Nati Mistral, Raphael y otras grandes, y menos grandes, de la canción; Los Gemelos atravesaban su momento de mayor fama. Y su madurez como músicos estaba fuera de toda duda. Por otra parte, la guitarra española atravesaba, gracias a Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar y otros gigantes de las seis cuerdas, un tiempo dulce. Todo esto va a animarles a hacer un disco propio. Y lo van a hacer tocando sus guitarras delante de una orquesta dirigida por José Antonio Bou y con los arreglos del maestro del saxofón, Pedro Iturralde.

El resultado es un lujoso álbum instrumental en el que Santi y Julián han querido poner sus nombres al disco. Una música con coherencia interna. Pero que repasa diversos estilos, adaptándolos a sus guitarras y a una orquesta bien conducida y con muchos elementos.

Cuando uno escucha la primera pista: “El pegao”, una composición instrumental de José Feliciano, tiene la sospecha que es una adaptación de la música sudamericana que ellos interpretaban con María Dolores. Nada más lejos de lo real, pues ahí acaban casi todas las referencias a ese continente.

“Cielo azul” y “Veleta” son dos temas de Pedro Iturralde en el que Los Gemelos se mueven con soltura en el funky y flirtean con la música disco. Me gusta sobre todo la primera de ellas, una pieza de elegante comercialidad en la que las guitarras españolas se integran bien a un acompañamiento que roza el sonido Filadelfia.

Otro nombre clave de la música española, Juan Carlos Calderón, escribe para ellos “Diligencia”. Que hubiese servido para adornar un western de postín, aunque aquí la adecuación de las guitarras y la orquesta queda un poco en entredicho en algún pasaje. También los arreglos caen un tanto en el tópico.

La cara B se abre con dos gases clásicos. El primero es un juego musical basado en aires de Johann Sebastian Bach con batería y bajo chunda chunda a piñón, y con la sección de cuerda contestando con contundencia los arabescos de Santiago y Julián. Puro sinfonismo. El segundo de los temas clásicos es una visión particular del célebre “Adagio” de Albinoni.

“Blue angel” es un puro juguete rococó al servicio del lucimiento de los intérpretes. Un cierto regusto al más castizo Bocherini en esta pieza de fuerte carga orquestal, pero en la que permanece el perfume popular. Con “Santiago del Estero” vuelven a recordarnos que se desenvuelven como nadie en los ritmos sudamericanos, en esta ocasión con un particular tiempo de tango.

Un LP, en fin, que evidencia algo que ya todos sabíamos. Que Santiago y Julián han sido dos excelentes guitarristas. De lo mejor de nuestra música, a pesar de haber sacrificado su carrera al acompañamiento de otros.