Con gran diferencia su mejor disco hasta el momento, "Salitre 48" (Universal, 2001) es un álbum que muestra su buen hacer y que, sobre todo, deja impregnado su olor en unas canciones que hablan del mar, del viento y de Mallorca -es de allí de donde Quique González extrajo su inspiración, tras varios meses en la isla con su amigo el cantautor Jaime Anglada-.
Entre el repertorio, destacan los temas que van desde “Salitre”, canción que da nombre al trabajo y que abre el disco, hasta “Perdone agente”, un tema un poco más canalla que poco o nada tiene que ver con el hilo armónico de éste álbum tan marítimo, pero que deja constancia, una vez más, de la personalidad de su autor tras un período de reflexión.
El álbum deja sensación de suavidad a través de temas como “Carnaval”, aunque Quique no se olvida de su lado más reivindicativo, evidente en cortes como “Jukebox”. “La ciudad del viento” es la que mejor refleja la nostalgia del artista durante su estancia en Mallorca, el reino de los vendavales, y el principal motor de un álbum que también deja joyas como “Bajo la lluvia” o “Crece la hierba”, canción que Quique confesó ser su favorita pese a estar hecha a base de versos tan crudos (¿Quién necesita una canción de amor cuando se tiene la violencia en vena?”).
“Día de feria” también se convierte en uno de los cortes más significativos entre sus seguidores, dotada de un lirismo muy trabajado, así como “Calles de Madrid”, tema que en directo acostumbra a interpretar junto a su ex-pareja Rebeca Jiménez. “Rompeolas”, posiblemente la mejor canción de Quique a lo largo de su discografía, es quizás uno de los temas más intimistas y melancólicos, en la línea del repertorio incluído en “Personal” (Universal, 1998).
Una gira veraniega en 2001 como telonero de Los Secretos en homenaje a Enrique Urquijo le valieron para recorrer la geografía española y mostrar a miles de seguidores que le esperaba un futuro prometedor.