Miguel Gallardo ha llegado a una madurez compositiva importante que le pone a salvo de bajones inesperados en la calidad de sus discos. Lo demuestra en “Saldré a buscar al amor” con reminiscencias andinas en los arreglos e instrumentación, en el que se puede escuchar flautas y charango mezclados con la orquesta. Una canción con oficio que deja a las claras que tenía claro que no era preciso repetirse para hacer canciones románticas.
El disco funciona también más que aceptablemente y se asoma al top 10. Por supuesto, Miguel es entonces un fenómeno televisivo que aparecía en la pequeña pantalla a menudo, lo que supone una publicidad indispensable para hacer funcionar en el mercado los sucesivos sencillos que iban saliendo.