Decía Robert de Niro en su película “Una Historia del Bronx” (1993) que no hay nada más triste que el talento desaprovechado; y lo de la carrera de Rosa de España se está quedando siempre ahí en un “mmmm qué pena que…” porque estamos ante otro de sus discos musicalmente llenos de altibajos.
De momento empieza bien la cosa para Rosa con este disco que lidera las ventas digitales. La apuesta vuelve a estar orientada a las pistas de baile y ritmos dance. No sabemos si por voluntad propia o por los consejos de algún cerebro de marketing de su compañía de discos, la granadina se presentó a la retransmisión de Eurovisión como si fuera un pelocho, aunque debemos suponer que la idea era presentarla como una diva glamurosa y renovada; cual una Whitney Houston hispana o una Donna Summer ibérica (por cierto confiesa Rosa admirarlas profundamente y haber sentido mucho sus muertes) y para ello se apoya en la mítica Mari Trini revisando su “Yo no soy esa”, dotándola de garra y ritmo discotequero. Pero que no se lleve nadie a engaño: es un espejismo.
Y es que además arrancar con la bailable “Yo soy una mujer” parece presagiar un disco que se toma en serio a sí mismo, el torrente de voz de Rosa toma protagonismo cuando y como tiene que tomarlo, sin perderse en gorgoteos superfluos como en otras entregas anteriores. Entonces, ¿cuál es el problema? Pues el no tener las cosas claras, ya que “Llanto de nostalgia” se antoja dubitativa entre los sintetizadores noventeros y aires moriscos y a “Parajmit” es que directamente no hay por donde cogerla. Aparte de eso, Rosa nos presenta más temas sin gancho: “Todo te lo debo a ti” o “A la luz de la luna” son canciones algo planas, medios tiempos con mucho instrumento acústico; por no hablar de “Manos Unidas”, con muy buenas intenciones (homenajear a dicha institución y su encomiable labor) pero cansina hasta decir basta con tanto coro ¿Es que nadie se da cuenta de que Rosa no necesita coros con esa voz?
Definitivamente se sacan dos conclusiones: Rosa está más cómoda y le salen mejor las cosas cuando aprovecha su voz para canciones de baile y para el dance bien entendido, que en baladones dulzones que podría cantar cualquier otro. Y sobre todo que no hará un discazo como Dios manda hasta que no pegue un puñetazo en la mesa y de una vez grabe el disco de soul que sueña, y por fin rinda homenaje al género que tanto ama.
De momento las ventas digitales han sido buenas, pero musicalmente Rosa puede ofrecer mucho más y es una lástima. Ya saben, lo del talento desaprovechado…