Un disco que mezcla el rock de toda la vida con la nueva ola británica. Influencias claras de The Police y la guitarra grande de Javier Vargas como protagonista de las operaciones, por encima incluso de la corrección del cantante y la machacona pareja rítmica.
Temas fuertes como ese “Corta y cambia” en la que la guitarra y los teclados organizan un universo sonoro sobre el que sobrevuela una melodía fuerte. Una batería a piñón sin prácticamente breaks y un bajo cumplidor terminan de cerrar un contexto opresivo que encierra al oyente hasta angustiarle.
La pista más famosa de este LP y de toda la historia es “Transaprente maniquí”, un título y unos modos que nos meten de cabeza en La Movida y es que hasta el venerable Alain Milhaud, productor del disco, quería coger cacho en aquel asunto que había pillado en bragas a los productores de toda la vida, que no entendían qué estaba pasando e intentaban agarrarse a los nuevos modos de cualquier manera. Un tema impactante muy parecido a otros temas impactantes que habían servido de lanzadera a otros grupos de los primeros 80.
Para buscar realmente los valores de Rh+ hay que fijarse en temas secundarios como el destemplado “Whisky”, la urgencia desesperada de “Sálvese quien pueda” o ese rock por la cara en la estela de Burning titulado “Señorita Speed” o el blues disimulado en la “Piel de luna”, con ecos de The Police en la guitarra y la voz.
En general, un buen LP con algún momento magnífico y con una lucha latente entre una producción empeñada en hacer de ellos un grupo de La Movida y unos músicos muy bien curtidos en otros estilos. Basta con escuchar esa guitarra siempre dispuesta a marcarse un escalofriante solo, que por momentos parece amordazada por unas maneras que no son las suyas.