Carlos Ordóñez ha vuelto por todo lo alto y por ello estamos de enhorabuena. Si miramos brevemente hacia atrás nos encontramos con que Carlos consiguió colocar su música en la vanguardia underground de los 90 y principios del 2000. Se trata de un personaje realmente prolífico en estos años: pionero del techno primitivo de tintes oscuros con Prozack, mostró su cara más minimal y house en Gauss, se unió a HD Substance en Discodé para acercarse a la música disco de los 70, al house y a Daft Punk; montó junto a Silvania el proyecto experimental Radio, grabando el delicioso “Radio” (Elefant, 1999) y se asoció con Alejandra Cabral para poner en marcha Grado 33, un grupo de culto que nos dejó el imprescindible “Ya se Oculta el Sol” (Autoreverse, 2002) antes de disolverse.
En aquellos años 90 Carlos se convierte en uno de los abanderados del sello Elefant, en un reputado artista que entre 1996 y 2001 brilla en el gran club de electrónica vigués, Vademecwm, una especie de «The Haçienda» que trajo luz, vanguardia y color a las noches de la ciudad. El respeto de medios como Rockdelux por su trabajo, sería finalista del concurso de maquetas de la revista, y del público, fueron determinantes para su despegue.
En 2021 vuelve a escena tras casi veinte años de silencio utilizando por primera vez su propio nombre, “en todo este tiempo he considerado diversos nombres para proyectos nuevos -llegué a tener infinidad, anotados en un cuaderno-, pero ninguno me convenció. No tuve más opción que adoptar el mío propio: Carlos Ordóñez, pese a que, sobre todo al principio, me chocaba bastante y resultaba extraño. Supone también cierta actitud”.
Vuelve con “Retortoiro”, tema que forma parte del EP homónimo «Retortoiro» (Ferror Records, 2021). “Retortoiro es una composición melódicamente minimalista, texturizada, con un beat en frecuencias muy bajas, y un ritmo grácil, que sugiere alguna danza imaginaria. Está ejecutada principalmente, con sintetizadores y caja de ritmos, analógicos. Alude a ciertas emociones, pero prefiero que el oyente experimente las suyas propias, libremente. Por cierto, su primer título era ‘Chove no Retortoiro’”.
Juan Lesta se encarga de realizar el videoclip del corte. Juan ya había puesto imagen a “Dualidad”, tema del imprescindible “Tan Lejos” (Stereophonic Elefant Dance Recordings, 1998) de Prozack. Ambient-house polimórfico que mantiene intacta su pegada. Recientemente Brian Eno ha elegido, entre más de 1.700 proyectos de todo el mundo, un vídeo del realizador para el tema “Dark Sienna” del proyecto “Mixing Colours” (Deutsche Grammophon, 2020).
Si en “Dualidad” recurría a imágenes de la zona zamorana de la tierra de campos y a la rectitud paisajística y a la sequedad castellana, así como al blanco y negro; en esta ocasión nos encontramos con el color intenso, con la frondosidad, humedad y espesura del bosque gallego. “Para esta nueva etapa, mi intención es desarrollar una parte visual -dentro de mis posibilidades-. Tenía claro que mi vuelta sería con un videoclip, y que el encargado del mismo no sería otro que mi amigo Juan Lesta. Juan y yo nos conocemos desde hace muchos años, quizá 1991 -ha llovido mucho desde entonces-. En aquel tiempo, compartíamos con otros amigos comunes, pasiones como los Cocteau Twins, y todo el universo 4AD, así como todas las excitantes novedades que aportaban la electrónica y el mundo dance en aquellos primeros años noventa.
Tras alguna colaboración primeriza, llegó el vídeo ‘Dualidad’ de Prozack, firmado por Esferobite (Juan Lesta y Belén Montero, 1998), que Elefant Records nos financió. Un videoclip que ha funcionado relativamente bien durante todo este tiempo, y aún hoy se está exhibiendo en algunos espacios artísticos. En esos años, me acompañaron en varios shows en vivo de Prozack, generando imágenes y todo tipo de efectos visuales -sirva de ejemplo el concierto de Prozack en el espacio ‘Conciertos de Radio 3’, de 1999, disponible en Youtube-.
El nuevo vídeo fue un encargo personal mío. Tuvimos varias conversaciones, le conté de qué iba esa pieza llamada ‘Retortoiro’, qué representaba para mí. Tuvo absoluta libertad para interpretarla. Aunque el proceso no fue del todo fluido -tanto Juan como yo nos hemos vuelto obsesivamente perfeccionistas-, creo que es evidente que el resultado es magnífico. Juan ha creado unas imágenes de gran belleza y magnetismo. Hay magia, belleza, misterio. De eso se trataba”.
Carlos lleva desde 2017 preparando nuevas grabaciones. “Me resulta muy difícil hablar de mi trabajo… Una colección de piezas electrónicas que datan de los últimos años: 2017-2021. Creo que es un proyecto bastante personal. Formalmente, se trata más bien de texturas, de paisajes sonoros, más que piezas estructuradas. Alguna pincelada melódica. Probablemente dirán que se trata de música oscura. Yo, al contrario, la encuentro plena de luz. Supongo que permiten entrever ciertos sentimientos y preocupaciones que afectan a mi actual existencia” explica.
Ahora presenta el EP de cinco canciones “Retortoiro” (Ferror Records, 2021). “Este pequeño EP es especial para mí, entre otras cosas, porque hace casi veinte años que no publico música nueva. Desde mis años pop con aquel dúo llamado Grado33, en los que era joven, y mi vida era una auténtica montaña rusa emocional. Para lo bueno y para lo malo. Aquí no hay pop, ni techno, ni música de baile. No son canciones, prefiero hablar de composiciones o piezas musicales. Es posible que lo etiqueten como música ambient, pero tampoco lo considero así. No sabría cómo catalogarlo -tampoco me preocupa-«.
Junto al tema homónimo que da título al EP, nos encontramos con otros cuatro temas. La enigmática y por otro lado reveladora “Solo símbolos”, nos lleva suavemente a un espacio mental reflexivo. A un espacio ambiental envolvente por explorar. “Bienvenidos a La Chapelle” es un corte emocionalmente abierto y expansivo, mientras que “Europa (un eco)” está tejida sobre algo hermoso, luminoso e ingrávido. Es una especie de elegía por una Europa decrépita, triste, en absoluta decadencia. Muerta. Una visión de Europa marcada por un nihilismo melódico con cierto tono pomposo y épico.
Para el cierre se reserva un corte realmente exquisito: “Toda luz perdida”. Título extraído de un verso de Jaime Gil de Biedma, uno de los poetas favoritos de Carlos, para un corte que consigue evocar un pasado para luego recordarlo con nostalgia.
Retortoiro es un viaje al futuro cuando el tiempo se desvanece. Una inmersión sonora marcada por una calma aparente que esconde un estruendo de tensión debajo. Estructuras que flotan eternamente en el horizonte. Música para sanar y completar.