Este «Retorno a Titán» de Guiller Momonje tiene un tanto de viaje en el tiempo, y no precisamente porque su temática de naves espaciales haga pensar en travesías por dimensiones temporales, no. Es por la manera en la que se ha elaborado, como un collage en el que cada una de las piezas viene de un instante diferente. Hay canciones compuestas entre el 2000 y 2001, justo cuando Patrullero Mancuso pararon, mientras que el resto, de cuando Guillermo estaba ya afincando en Gijón, se van preparando entre 2005 y 2017 con varios parones de por medio.
La manera de grabarlos también fue variada: hay desde aportaciones de músicos amigos enviadas por whatsapp, grabaciones a domicilio hechas en visita cargando con el ordenador, improvisaciones de familiares músicos suyos o de sus alumnos de percusión con distintos instrumentos (platos, xilófonos, baterías…).
Posteriormente, casi todo el material recopilado (salvo dos de esos temas enviados por ordenador) se pasó por el cuatro pistas de cinta de cassette que Guillermo tiene como regalo de David Rodríguez (La Estrella de David, Beef, La Bien Querida) para que quedasen con restos de pretendida antigüedad o suciedad. Se añadieron voces, arreglos y grabaciones varias.
El resultado es toda una ópera cósmica, inquietante por momentos, cacharril por otros, en el que las voces, robóticas o a modo de arrullo, sin cuidar demasiado en melodías, sirven de provisional hilo conductor.
Canciones de medio minuto que, como «Satélite» servirían sin problema como sintonía de una serie de dibujos animados o que, por las mismas tienen mucho del folk americano, del country a secas o del cósmico, como le gusta decir a Guiller que ya estaba presente en algunas de sus composiciones con Laluli. «Emc2″, «Mar de la tranquilidad«, «Satélite» o «Comet Hale-Bop / Stephen Hawkind«, una especie de ensayo surrealista multi-instrumentista, tienen algo de eso.
En «Óptica exótica» suena a cantautor marciano, que tira de esa voz baja robótica a veces en lo que se acompaña de guitarra y efectos varios.
«Sedna» comparte ese punto como de canto de ballena en la inmensidad de un océano espacial, que tiene el frío de las composiciones de Labradford. Voz tratada, que suena bonita y fantasmal colaborando con la tensión palpable de todo el tema.
Otras veces parece que se lanza a un free jazz tenebroso (espacial a lo Sun Ra dice el autor) en el que pueden participar clarinetes y piano. Así ocurre con el tema que da título al álbum, elegido por el padre del artista por su pasión por la Sinfonía nº 1 de Mahler, que recibió el nombre de «Titán«. Este aire de pequeña suite o composición de música clásica se repite en otros momentos como «Recuento de neutrinos» o «Interplanetary romance«.
Esta obra conceptual está montada inequívocamente con argamasa de temática espacial, pero advierte Guiller que en un primer momento estaba diseñada para contener en proporciones similares Cosmos y Gastronomía, una especie de Gastrofísica. Supone el disco el debut en formato de LP, lo que unido al cuidado sin prisas con el que se ha urdido, lleva a pensar en que probablemente tenga mucho, si no de obra definitiva, sí de auténtica hoja de ruta para entender el universo del exPatrullero Mancuso.
Lo edita Discos Walden, siempre atento al legado del entorno, no sólo del grupo de Villaviciosa de Odón, sino de los proyectos paralelos que a su alrededor se forjaron. Precisamente afín a toda esa troupé es Olaf Ladousse, encargado en este caso del diseño gráfico.