Primer disco del baterista catalán para el sello Moonjune Records que recoge una nueva faceta de su sensibilidad creativa. El disco está completamente lleno de texturas, encajes y visillos; un columpio sonoro sujeto por finos e irrompibles hilos. Reija no se olvida de sus ídolos: entre el hard bop de Art Blakey y Tony Williams, sus ritmos están envueltos en atmósferas cocinadas a fuego lento, entre el ambient y la psicodelia.
Temas como “Macroscope” le dan al disco un punto diferente, las líneas de bajo de Bernat Hernández tienen un aire más funk, dándole a la pieza un deje de Alphonso Johnson y los Weather Report, “Shadow dance” por su parte combina dos tipos de guitarras: hiladas y obtusas que bien podrían sonar a Robert Fripp a mediados de los 70 con un registro más bop casi en la línea de Wes Montgomery.
Sigue “Dreamer”, un ejercicio de post-rock coloreado con wah-wah. En otra línea muy diferente podemos destacar “The land of the sirenians”, que resulta sutil como un susurro, o el corte más largo, “Gravity”, que se antoja minuciosa como el hilar de la costurera en un telar.
Recomendable para noches largas, conversaciones y copas que nunca se vacían del todo.