No es la primera vez que Bazofia Records se centraba en un grupo de su gusto para recuperar repertorio que, de otra manera, hubiera quedado perdido en oscuras maquetas a disposición de unos pocos afortunados. Ya lo hizo con IV Reich, pero en esta ocasión se trata de los santaderinos Paralítikos. Lo destacable de esta labor de recuperación es además lo completo de la información que acompaña el documento sonoro. Fotos del grupo, biografía de la banda hasta ese momento y letras de las canciones. Un lujo, pues, para presentar las maquetas «Gothic» (los que van desde el primer tema hasta el sexto) y «Es Día De Funeral» (los restantes ocho temas). No son ninguna de ellas la primera grabación de la banda, que fue un registro de un concierto que dieron en un parque de Santander.
Portada impactante también, con foto de Rikardítiko, como nos confirma el propio grupo, con apariencia alicaida en un cementerio, y el verdadero Eduardo Manostijeras -de la película «Edward Scissorhands» (1990) de Tim Burton- del que el cantante adopta en ocasiones el sobrenombre, para decorar el propio CD. Editado directamente de las maquetas registradas originalmente en los estudios Salamandra, tras la masterización realizada en los estudios Inguz por Pedro Oliver en octubre de 2002.
Es cuestión de gustos pero personalmente encuentro el comienzo del CD, el que se centra en «Gothic», como una colección de canciones sencillamente imprescindibles. «Mierda de creación«, por ejemplo, es por méritos propios un clásico. Sacrílega visión de la Creación, con letras como «Vaya una mierda de creación / Vaya basura, cago en su Dios«, la primera de las mujeres masturbándose con un crucifijo. La imaginería cruda de la banda presentada con una guitarra afilada como una sierra mecánica o contundente como una apisonadora. Canción de ritmo lento, como manteniendo la tensión.
Con «La motosierra» es difícil no pensar en Paralísis Permanente y sus carnicerías en Texas, que además se cita explícitamente. Mantiene de todas formas su idiosincrasia como tema de Paralítikos. Chillidos y desgarros de la guitarra desde el comienzo, dotada de una sección rítmica poderosísima, que vuelve a simular a una auténtica apisonadora. «El enterrador tenía razón / donde esté una motosierra que se quite lo demás«.
Precisamente de Paralísis Permanente es la versión que se incluye en el disco. «Miedo», el tema en cuestión, se quedó arrinconada en una recopilación de canciones y tomas casi inéditas de la mítica banda: «Singles y Primeras Grabaciones» (DRO, 1995); pero lo que con él hacen aquí Paralítikos es una auténtica obra de arte. Muestra todas las posibilidades de una canción que no pudieron o supieron rentabilizar los madrileños, oscureciendo y potenciando lo que en el original resulta incluso pachangero. Uno de los grandes momentos del CD, sin duda.
Que la muerte sea tema principal en varias de las canciones no ha de extrañar. En los que a la primera maqueta se refiere, marca la letra de «Se murió por el camino» y de «Martxa funebre«. La primera es claramente otro de los clásicos del grupo. No sabe uno si aterra más la cuestión del suicida que no sobrevive a su acción, o la práctica total despreocupación por la línea que separa la vida de la muerte: «¡Qué más da vivir! / Si lo hago es por ti / ¡Qué más da morir! También lo hago por ti«.
En «Martxa fúnebre«, el sobrecogimiento viene desde el principio, cuando uno escucha la grabación del comienzo de la oración del sacerdote que parece estar oficiando un sepelio: «Earth to earth / ashes to ashes / dust to dust«. A partir de ahí, el tema se va construyendo a base de guitarrazos, o hachazos, que viene a ser lo mismo. Dosis macabras justas con momentos en los que la canción parece amoldarse coqueta y cómodamente a los ritmos del «Quiero ser santa«.
«Gothic» termina con el tenebrismo de «Siento que estoy podrido» y sus gusanos que devoran el cerebro, para dar paso, cuando comienzan los acordes de «No puedo evitarlo» a la siguiente maqueta. Y lo cierto es que se nota la transición. A partir de entonces la música se vuelve mucha más densa, retorcida.
Teclados y coros femeninos, por otro lado, se encargan de marcar cierta distinción con respecto a los temas precedentes. Eso ocurre en «No puedo evitarlo«, al menos hasta que las guitarras, la electricidad y una bateria trepidante termina por romper en una canción que trata de la asimilación de sentimientos y conceptos tan diferentes en apariencia como el amor y el odio.
Que el teclado está dotado de personalidad propia, diferente además a otros momentos de la banda, está claro. El de «La mandrágora«, botánica macábra a los pies del ahorcado, suena a Stranglers. Que la batería ha resultado, a juicio del propio cantante, un capítulo a mejorar, parece quedar en evidencia en lo desnudo de composiciones como «Puerto Hurraco«. La masacre del pueblo extremeño era un blanco más que posible para los retratos de Paralítikos.
Las referencias literarias vienen de la parte de Bécquer, con el «Joder, qué a gusto se quedan los muertos«. Es una canción espesa, densa, con estructura lineal en la que las guitarrras distorsionan para arrancar chillidos. Sadomasoquismo en «La navaja de afeitar«, que comparte asperezas con el resto de la maqueta, y un gran final con «La ninfómana«. Órgano robusto, atmósferas tenebrosas con mirada en los 80. De lo mejor. La adicción al sexo fue su perdición.
Probablemente para el propio grupo resulte más gratificante un álbum de estudio normal que no uno de recuperación de temas más antiguos, grabados años antes, pero para el seguidor resulta todo un regalo.