Canción notable con un ritmo incandescente y una voz cargada de matices al servicio de una letra importante, si bien algo deslavazada en su significado. Una de las mejores canciones que Pablo Abraira ha hecho en toda su carrera y con unos arreglos e interpretación que a uno le recurdan enormemente a Tino Casal. Absolutamente recomendable para los que no la conozcáis.
La cara B ya es harina de otro costal y nos envía de regreso a la realidad de este cantante con tendencia a la balada plañidera y algo cansina.
Los dos temas vienen incluidos en el LP “La Ciudad Dormida” (Movieplay, 1979), un disco poco atractivo pero que alberga esa joyita de la cara A de este sencillo.