Cuando dábamos a Juan Pardo por muerto y enterrado musicalmente, nos lanza un auténtico latigazo de calidad, tan inesperado como poco valorado, pero desde luego entre lo mejorcito de su producción.
Un Pardo, como siempre talentoso y variado, pero esta vez con un plus de sinceridad, del que otras veces ha carecido. Siempre generoso, reserva dos de los más atractivos del disco a sus amigos con quien los comparte. Si les preguntase qué nexo común hay entre Mari Trini y Los Chunguitos, seguramente me mirarían con la consideración que se guarda a los pobres enajenados. Pero sí tienen un nexo. Ambos cantan junto a Juan en este álbum. Los Chunguitos le acompañan en una rumba pardiana que da título al disco. Una rumba ralentizada con una de esas letras marca de la casa.
La otra colaboración es con Mari Trini en el tema «Dos locos dos», que también sería pasto de single. una balada de almíbar con una buena guitarra poniendo cordura entre las locuras amorosas de ambos cantantes, cuyas voces pegan realmente bien.
Pero el disco da para mucho más. Da por ejemplo para «Otra vez», llena de una garra y una fuerza interpretativa como pocas veces habiamos oído a Juan. O esa nostálgica y simple «El hombre del norte», que narra un encuentro casual cargado de humanidad.
Un disco en el que Juan Pardo estrena (o casi) equipo de trabajo, delegando funciones que otras veces había hecho él mismo. Así José María Moll, viejo batería de Barrabás y luego acompañante de Juan y Junior, se encarga del sonido y sus músicos de siempre sin mayores ayudas solventan el disco. Claro que entre ellos hay personalidades como Iñaki Egaña, Jorge Moreno o Jose del Moral.