Dos títulos de optimismo desbordante, rayano en el cantamañanismo, conforma este sencillo con el que Ivana encara su año clave. Dos temas cortados por patrones similares con orquestación recargada y voz bien colocada en su sitio, pero también con una pobreza de ideas melódicas y rítmicas preocupantes. Ambas canciones tienen procedencia festivalera, concretamente en el de Benidorm de aquel año y los afanes de los autores por gustar a un jurado compuesto mayoritariamente por concejales, empresarios turísticos y algún director de banda municipal de música, coartan no poco la creatividad de una artista, obligada a pechar con canciones no especialmente inspiradas ni novedosas.
En la portada de nuevo una Ivana en plan de hembra de rompe y rasga con resignada mirada hacia el suelo, pero con atuendo corto y borreguil.