Que el retorno a la actividad musical de Speed es un hecho queda más que confirmado, no sólo por la edición de este nuevo trabajo sino por la firma de la banda con SelloDiscográfico.com por tres discos. Superadas tanto la inercia al arranque despúes de tanto tiempo en el dique seco como los cambios de formación, los de San Sebastián se presentan ante su público con interesantes argumentos con los que justificar la vuelta a las andadas.
En lo musical dan sobradas muestras de no haber perdido nada de intensidad. Combinan así, junto a los momentos más saltarines (los de los ritmos entrecortados, casi skatalíticos de «El baile del parásito» por ejemplo) hasta la contundencia de descargas como «Pusilánimes» o «Speed«.
Parte de esa rocosidad se la puede haber dado la guitarra extra de Mikel el Gordo, productor y reciente fichaje de la banda, por cuyas venas corre muchísimo metal, como se puede comprobar en el sonido de la etapa más reciente de Vómito. Pero adjudicar toda la dureza a esta única carta no haría justicia a la idiosincrasia de los Speed de siempre y de la versión que mostraron hace bien poco con «Antigubernamental» (Speed, 2012).
Esta nueva entrega la han vuelto a grabar en Scalextric, los estudios en Hernani de Mikel y Aitor Ederson. Las sesiones comenzaron en marzo de 2013 y habían planeado emplear unos diez días, pero una rotura de tibia y peroné del técnico-productor y nuevo integrante ahora de Speed retrasó todo mucho más.
Buen punk rock, de pegada contundente y precisa, con momentos especialmente intensos, como los arriba mencionados o como los de «Medrar«, arisco, sólido, con un comienzo espectacular que no hace sino mejorar a medida que avanza la canción.
Destacan los coros, utilizados a la perfección para, además de acompañar a Ramón, apuntalar lo que canta en situaciones específicas.
Pero si algo rezuma el disco es la amargura que dejan las letras de gran parte de las canciones; a pesar de tratarse en muchos momentos de narraciones elaboradas de forma incluso simpática, la realidad que se esconde detrás de las denuncias al aborregamiento de las masas, a la filosofía del mamoneo y sálvese quién pueda que mueve la rueca social, cultural, económica y política de este siglo XXI tiene algo de efecto desolador. «Agridulce como la vida misma» nos conceden cuando se lo preguntamos directamente.
Se me ocurren pocas ilustraciones más certeras y demoledoras que la que ha diseñado Roskow, ilustrador y dibujante bien cercano a la banda y que ya colaborase con ellos en discos anteriores, para la portada de este «Pusilánimes» (SelloDiscográfico.com, 2013). No hace falta ciencia-ficción futurista, es el gris de un día a día bien cercano.
Se mueve el disco en territorios comunes del género, compartiendo algo de estas críticas mordaces, ácidas y finalmente desmoralizantes, con las de canciones, por ejemplo, de La Polla Records: «Enjaulados» presenta una incapacidad de decisión personal similar que «Capitalismo» («Es cojonudo que uno pueda decidir, / Dentro de un círculo / Y sin poder salir”); y el individuo perdido ante las burocracias y procedimientos que le impone el Estado («Obligado cumplimiento«) se siente engañado por el gobernante en «Demagogos» igual que en el «Así es la vida» de los de Salvatierra («Estamos saliendo de la situación / y vamos a darle pronto solución / y ahora yo me doy la vuelta / y al salir cerrar la puerta«). Siguen siendo válidas las mismas denuncias formuladas hace ya más de 20 años. ¿No será pues que lo que escupía el punk no eran exageraciones paranoicas sino verdades como puños?
Eso sí, Speed, como en otras ocasiones, no desperdicia la ocasión de volverse irreverentes. Aquí lo hacen justo al comienzo («Txapas«) y al final («La máquina de reñir«) donde se ceban con un interlocutor paliza y una situación doméstica a todas luces insostenible.
CD cargado de buenas y convincentes razones para ser escuchado una y otra vez.